Hace 33 años, cuando ocurría la boda de Sarah Ferguson y el príncipe Andrés, hubo un tierno niño entre los invitados que quiso correr tras el carruaje nupcial para alcanzar a los novios y, quizá, darles su saludo; sin embargo, el pequeño no contaba con la astucia de su abuela, quien iría tras él para detenerlo antes de que se lastime.
Ese niño era el príncipe William y su abuela, la reina Isabel II.
Sarah Ferguson, quien se convirtió en duquesa de York, y el príncipe heredero Andrés se casaron en la Abadía de Westminster, el 23 de julio de 1986. Además de decenas de invitados especiales, el hijo de la reina Isabel II y la joven Sarah contaban con el apoyo absoluto de la princesa Diana, quien se convirtió en una de las mejores amigas de la novia.
Y tras el enlace religioso, al momento de que todas las personas comenzaron a salir de la abadía, el pequeño William, hijo de la princesa Diana y el príncipe Carlos, corrió tras la carroza sin el cuidado de no lastimarse. Por eso, su abuela, la monarca de la corona inglesa, salió tras él como se muestra en este video:
No cabe duda que las abuelitas, reinas o no, tienen el impulso de cuidar a sus nietos cuando ven que están en peligro. Hasta la reina Isabel II perdió un poco la postura real con tal de rescatar a su nieto de las ruedas del transporte que llevaba a los novios.