Realeza| 24/01/2022 |15:37 | Actualizada
12/09/2022 08:57
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Jatziri Sánchez
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Mucho se ha hablado de los compromisos que los miembros de la familia real deben cumplir como parte de sus labores a favor de su pueblo, así como las exigencias que cada uno tiene con sus empleados, sin embargo, una nueva revelación sobre el expríncipe Carlos nos dejó con el ojo cuadrado.

Resulta que el hijo de Isabel II y segundo en la línea sucesoria al trono es un consentido y sus asistentes domésticos le cuidan todo, incluso, que su cepillo de dientes tenga la cantidad exacta de pasta para su lavado.

A Carlos III le planchan las agujetas de sus zapatos, entre otros caprichos
A Carlos III le planchan las agujetas de sus zapatos, entre otros caprichos

(Carlos de Gales está muy consentido en su casa / AFP)

De acuerdo con el documental "Serving the royals: Inside the Firm", de Amazon, Carlos III tiene una serie de peticiones con sus asistentes que rayan en lo extravagante.

El exmayordomo de la princesa Diana, Paul Burrell, quien en varias ocasiones ha dejado al ojo público varias intimidades de la famiia real, desveló algunas de las obsesiones de Carlos.

"Su pijama se plancha todas las mañanas, las agujetas de sus zapatos se alisan con una plancha, el tapón del baño debe estar en cierta posición y la temperatura del agua debe ser tibia y la bañera medio llena”, contó Burrell en el documental.

A Carlos III le planchan las agujetas de sus zapatos, entre otros caprichos
A Carlos III le planchan las agujetas de sus zapatos, entre otros caprichos

(Carlos de Gales tiene un grupo de asistentes que hasta le preparan el cepillo de dientes / AFP)

Por si eso no fuera todo, el entonces Carlos de Gales, papá de los príncipes William y Harry, pide a sus empleados que le preparen el cepillo de dientes antes de usarlo.

“Hace que sus ayudas de cámara pongan una pulgada de pasta de dientes en su cepillo todas las mañanas”, contó Paul. "En una ocasión me llamó desde su biblioteca y me dijo: ‘Paul, una carta de la reina parece haber caído en el basurero, ¿la recogerías?’. Tuve que agacharme, revolver los papeles, sacar la carta y volver a ponerla en su escritorio”, dijo.

 

 

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