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Hoy en la puerta del Palacio de Buckingham fue colocado el comunicado que anuncia la muerte del príncipe Felipe de Edimburgo a sus 99 años. Se agrega que murió en tranquilidad dentro de la morada real, acompañado de su esposa, la reina Isabel II de Inglaterra.
Felipe de Edimburgo y la reina Isabel II se casaron el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster en Londres ante 2 mil invitados; sin embargo, él nunca obtuvo el título rey y esto tiene un motivo poderoso.
El príncipe Felipe nació el 10 de junio de 1921 en la villa Mon Repos en Corfú, una isla griega. Su padre fue el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca (hijo del rey Jorge I de Grecia) y su madre, la princesa Alicia de Battenberg (hija del príncipe Luis de Battenberg).
Cuando Felipe tenía 7 años, su familia se mudó al Reino Unido, donde solicitó la nacionalidad británica y usó el apellido materno para servir en la Marina Real del Reino Unido, en donde llegó a ser teniente, y así ascender a un matrimonio noble.
Para que Felipe se casara con la reina Isabel de Inglaterra tuvo que renunciar tanto a su religión ortodoxa griega como a su lealtad a Grecia y, es por eso que, perdió su título nobiliario de príncipe de Grecia y Dinamarca.
Pero el padre de la reina, es decir, su suegro, el rey Jorge VI lo nombró Su Alteza Real duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Grrenwich.
¿Por qué no rey?
Por las reglas de la corona británica que dictan que solamente los descendientes directos de la familia real británica pueden ser considerados como reyes. Esto sucede solamente cuando una reina se casa; ya que cuando es al revés, es decir, que el rey heredero al trono desposa a una mujer, ella sí recibe el nombramiento de reina.
Según las regulaciones de la Casa Real Británica, el ser rey no es para los hombres que no tienen su sangre; sin embargo, reciben otros nombramientos importantes y serán los consortes de la reina.
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