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Su nombre es Carina, de mamá y abuelos mexicanos, y se acaba de convertir en princesa por casarse con un príncipe germano-danés, tras 19 años de batalla legal. Gustav, el esposo de Carina, es séptimo príncipe heredero de la casa Sayn-Wittgenstein-Berleburg y unieron sus vidas en una ceremonia el pasado 4 de junio.
Gustav es el hijo mayor de la princesa Benedikte de Dinamarca y Ricardo, sexto príncipe de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, lo que lo convierte en sobrino de la reina Margarita II de Dinamarca y de la reina Ana María de Grecia. Por esa razón a la boda acudieron todos los miembros de la Casa de Glücksburg.
(Gustav, príncipe de Sayn-Wittgenstein-Berleburg y Carina Axelsson asisten a cena de la princesa Victoria de Suecia y Daniel Westling. Foto de junio de 2010 / Getty Images)
El problema para llevar a cabo esta ceremonia tras casi 2 décadas de pleitos legales se remonta a un testamento de 1939, en el que el abuelo del novio, Gustav Albrecht, V Príncipe de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, dejó muy claro que su nieto debía casarse con una mujer aria, protestante y noble si es que quería heredar el título nobiliario y el palacio de de Berleburg.
Y Carina es de mamá mexicana, católica, modelo y escribe libros infantiles.
Pese a que Carina y Gustav tenían la aprobación de la mayoría de los familiares del príncipe -no todos estuvieron de acuerdo con faltar al deseo del abuelo-, la Corte Suprema de Alemania decidió que el royal es el propietario legítimo del palacio y los títulos nobiliarios que por herencia le pertenecen.
De acuerdo con RoyalCentral, el palacio de Berleburg es una residencia noble de Alemania que ha cobijado a la familia durante los últimos 750 años. El palacio fue construido en el siglo XIII.