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La historia de amor de los emperadores de Japón, Naruhito y Masako, podría parecer un cuento de hadas más, pero no es así. Aunque Masako era una brillante diplomática que rechazó varias veces a su royal pretendiente, Naruhito lo tenía muy claro: quería a su lado a una mujer digna de ser admirada, culta, inteligente, que no se preocupe por las marcas de moda sino por sus logros académicos y que, además, quisiera ascender al trono con él.
Estaba dicho: o se casaba con la mujer que amaba o sería un eterno soltero aunque su decisión pusiera en riesgo la línea sucesoria del Trono del Crisantemo. Y se decidió a conquistarla. Naruhito y Masako cumplen 26 años de casados y así recordamos su historia de amor.
Él tenía 26 años cuando conoció a Masako Owada, estudiante de la Universidad de Harvard, educada con finos modales e hija de padre diplomático y de madre dedicada a la crianza de sus hijas. Bastaron pocos minutos de conversación para que el entonces príncipe heredero al Trono del Crisantemo quedara prendado de la brillante japonesa.
El flechazo ocurrió una tarde que estaba dedicada a la infanta Elena de España. Ahí, por primera vez, Naruhito vio a Masako y a partir de ese momento, el hijo del entonces emperador Akihito no tuvo ojos para alguien más. Era el año 1986, mes octubre, en el palacio imperial. Él iba como príncipe heredero, ella como diplomática que buscaba otro ascenso.
De acuerdo con el diario The New York Times en su artículo The Reluctant Bride, Naruhito estaba presente entre 120 invitados y cuanto tuvo la oportunidad de hablar con Masako, se limitó a preguntar "¿Qué tipo de diplomático te gustaría ser?" y, según cuenta la historia, ella fue bastante cortante y muy directa, una respuesta no acorde para un royal.
En ese momento, Naruhito ya era presionado por sus padres porque no veían que el príncipe heredero tuviera novia o siquiera pretendiente ¡nada! Y era indispensable que Naruhito se casara para salvaguardar el trono japonés, pues recordemos que solamente los hombres son dignos herederos de convertirse en monarcas. Pero Naruhito ya lo tenía claro: o era Masako o era nadie y que su hermano tomara su lugar.
Así que en el día del cumpleaños de Masako, Naruhito le envió flores un 9 de diciembre. Comenzó el cortejo y los medios de Japón comenzaron a perseguir a Masako como la posible candidata a quedarse con el corazón del joven royal. Masako se negó porque ella quería continuar con su ascenso como diplomática y con sus estudios. Así que un año después, de acuerdo con NYT, el Ministerio de Relaciones Exteriores la envió a estudiar relaciones internacionales en Oxford. Los reporteros la acosaron hasta que convocó una improvisada conferencia de prensa sobre los escalones de la biblioteca y negó cualquier conexión romántica con el príncipe japonés.
"Para los casamenteros reales, al principio no parecía un desastre que Masako se rehusara, ellos tenían largas listas de posibles princesas, todas hijas de la nobleza japonesa, la riqueza o la élite educada. Según un recuento, el equipo de búsqueda había compilado los expedientes de casi 200 mujeres, cada una con una foto. Ciertamente, pensaron, Naruhito se engancharía con uno de ellos. Pero él no lo hizo".
De acuerdo con el protocolo japonés, nadie podía casarse antes del príncipe heredero pero su hermano Akishino ya estaba tan desesperado que Naruhito no tuviera candidata que él se adelantó sin el permiso de sus padres y se casó con la ahora princesa Kiko en uno de los cruces petatonales de Tokio, en 1990, relata el artículo antes mencionado. Esto intensificó los roces entre los hermanos.
Hay rumores de que los japoneses estaban tan desesperados de que el príncipe heredero no tuviera novia que una vez le orquestaron una cita con la actriz estadounidense Brooke Shields pero sus esfuerzos fueron en vano. Naruhito quería a Masako. Entonces comenzaron las elucubraciones sobre si realmente le gustaban las mujeres, o que si su peinado era muy old fashioned, que si debía modernizar su estilo, etcétera. Y es que Masako no era bien vista por varias razones, entre ellas porque no pertenecía a la nobleza de Japón, porque ella es más alta que él y eso era impensable que ocurriera dentro de la monarquía, y porque ninguna princesa anterior había tenido una carrera universitaria.
"Lo que buscaba, dijo, era alguien que compartiera sus valores; que apreciaba la belleza, no las bolsas Tiffany; que se llevara fácilmente con la gente y que estuviera dispuesta a expresar sus opiniones "cuando fuera necesario". Sobre todo, dijo, él quería elegir a su propia novia".
Pese a todos los esfuerzos del príncipe heredero Naruhito, Masako no estaba interesada en convertirse en princesa y siguió rechazando al royal. Pero una tarde de té todo cambió. Ella aceptó la invitación del príncipe, después se volvieron a ver y luego de una nueva propuesta, ella pidió tiempo para pensarlo. Naruhito ya tenía 32 años.
El príncipe más enamorado que nunca de Masako y convertido en su admirador incansable, le prometió algo: "te protegeré durante toda mi vida" Y así lo ha hecho. Cuando Masako por fin accedió a ser su esposa, Naruhito no ha bajado la guardia con su esposa, ahora emperatriz, y hasta en los momentos más oscuros de depresión, episodios de ansiedad, un aborto, una hija y sin la posibilidad de tener un bebé de sexo masculino que asegure el trono, Naruhito ha permanecido fiel al lado de su 'princesa triste', quien poco a poco ha superado la depresión y ansiedad.
Por esta razón se cree que Naruhito podría revolucionar algunas reglas antiguas del imperio japonés, que den mayor libertad e importancia a las mujeres de su país. Por su amada esposa y por su adorable hija.