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Mayo es el mes de la concientización sobre la salud mental y en muchas casas reales, los monarcas o príncipes encabezan fundaciones que apoyan sin cansancio y, a su vez, han narrado sus propias experiencias con la esperanza de que quienes padecen algún tipo de trastorno -emocional o no- no se sientan solos y sí apoyados.
En Reino Unido, los duques de Sussex y los duques de Cambridge saben de lo que hablan cuando apoyan incondicionalmente a las fundaciones: tanto William como Harry han vivido fuertes depresiones y estragos emocionales desde que su madre, Diana de Gales, murió en un fuerte accidente automovilístico a causa de una perseción con fotoperiodistas.
También, haberse desempeñado como piloto de una ambulancia aérea en momentos de guerra afectó seriamente la salud mental del príncipe William; ahora sabe que la depresión es una arma potencialmente letal. Por otro lado, su hermano menor, el príncipe Harry sigue luchando contra el dolor de haber perdido a su madre, quien vivió casi en silencio una fuerte depresión postparto.
En Suecia, la princesa Magdalena atravesó por un cuadro tan fuerte de depresión que la mantuvo cautiva y alejada de todo contacto social hasta que sus padres tuvieron que intervenir de manera urgente. La hermana de la reina heredera, Victoria, no pudo sobreponerse al rompimiento amoroso con el que había sido su novio durante casi una década, Jonas Bersgtröm.
Su proceso de recuperación fue largo y constante.
Por otro lado y dentro de la misma realeza inglesa, el hermano de Kate Middleton y futura reina consorte de Inglaterra, recientemente reveló que una fuerte depresión lo llevó al borde de la muerte. En una entrevista para el Daily Mail, James contó que el "cáncer de la mente", como él le llama, la vivió en silencio durante varios años hasta que sintió que no podía seguir más con su vida y, en un momento, encontró la fuerza necesaria para gritar por ayuda. Sigue en terapia y fue diagnosticado con déficit de atención.
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En el principado de Mónaco, Charlene, esposa del príncipe Alberto, tuvo que aprender a lidiar con la depresión que le dejó haberse enrolado con un monarca: no paró de llorar durante su boda y, después de un aborto espontáneo, su situación se agravó porque temía no poder quedar embarazada y engendrar a un heredero. Para fortuna de ella, volvió a concebir y dio a luz a los gemelos Jacques y Gabriella.
Se sabe que la esposa del príncipe Alberto se ha refugiado en el amor de sus hijos y que lucha día a día contra la depresión.
En Japón hay un caso muy sonado con la llamada 'princesa triste'. Masako, ahora emperatriz y esposa del emperador Naruhito, vivió durante más de una década sumida en un cuadro de depresión y ansiedad tan fuerte que, incluso, le impedía salir del palacio. Masako siempre ha tenido el apoyo de su amoroso esposo, quien le ha brindado toda clase de apoyo emocional y médico para ayudar a su triste princesa a recobrar el ánimo que tenía cuando la conoció.
Ella confesó el año pasado que trataría de ser fuerte para su ascenso como emperatriz pero que aún no se sentía lista. El diario Japan Today informó que ayer, por primera vez, Masako tuvo su primer evento oficial sola, sin Naruhito, y que su estado emocional era notablememente mejor.
Hay otros casos muy sonados que se relacionan con las casas reales actuales:
La hermana de Máxima Zorreguieta, reina consorte de Holanda, se suicidó en junio del año pasado. Hasta ese momento se supo que Inés tenía serios problemas de emocionales.
La hermana de la reina Letizia de España, Érika, se suicidó porque trascendió que no pudo con la presión social de ser hermana de una reina.