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La historia entre el rey emérito Juan Carlos I de España y la actriz Bárbara Rey es uno de los capítulos más complicados en la monarquía española. Su romance, que comenzó en 1977, estuvo plagado de secretos, intrigas políticas, grabaciones y presuntos chantajes que incluso involucraron a los servicios de inteligencia del país.
Ahora, a más de 40 años de su inicio, este escándalo sigue dando de qué hablar, especialmente con la reciente publicación de fotografías íntimas que avivaron el fuego de la controversia.
Todo comenzó en una España que vivía los primeros años de la transición a la democracia. Juan Carlos I, que acababa de ascender al trono tras la muerte de Francisco Franco en 1975, estaba en plena tarea de consolidar la monarquía parlamentaria y ganarse la confianza de una sociedad que había vivido bajo la sombra de la dictadura durante más de 40 años.
Por otro lado, Bárbara Rey representaba en esa nueva España a una figura pública que encarnaba la recién adquirida libertad en el cine y el teatro. Su papel en películas como Me siento extraña, donde interpretaba a una mujer lesbiana, la convirtió en un ícono de la libertad sexual y de expresión que comenzaba a florecer en el país.
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El inicio del romance fue inesperado, como ella misma reveló en una entrevista años más tarde: "Me llamó a casa, yo no me lo creía, pensé que era una broma”, confesó la actriz a Risto Mejide. En ese momento, Juan Carlos estaba casado desde hace 15 años con la reina Sofía y juntos tenían tres hijos: Felipe, Elena y Cristina. La relación con Sofía, según diversas fuentes, ya estaba desgastada, y el Rey encontró en Bárbara una vía de escape de la presión que sentía por las responsabilidades de su cargo y su vida personal.
El romance entre ambos se mantuvo en secreto, en parte, gracias al poder de la monarquía y a la intervención de los servicios de inteligencia que protegieron a Juan Carlos de cualquier escándalo mediático. En esos primeros años, los encuentros entre el monarca y la actriz se llevaban a cabo de forma discreta, en hoteles apartados y residencias alejadas del bullicio público.
Según se cuenta en la serie Cristo y Rey, basada en la vida de la vedette, en varias ocasiones Juan Carlos llegó a recoger a Bárbara de incógnito en su motocicleta, disfrazado para evitar ser reconocido. La serie, que se basa en testimonios y crónicas de la época, retrata cómo la relación se mantuvo así durante unos tres años.
El control de la Casa Real sobre la prensa y los medios de comunicación permitió que el romance se mantuviera en secreto para el público en general, aunque dentro de los círculos de poder era un “secreto a voces”. El Rey contaba con mecanismos de protección que incluían la intervención directa del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que supuestamente pagó cuantiosas sumas de dinero para evitar que el romance se hiciera público.
Según declaraciones del hijo de Bárbara Rey, Ángel Cristo Jr., su madre grabó varias conversaciones y encuentros íntimos con el rey como una forma de protegerse. Incluso llegó a afirmar que él, siendo apenas un niño, tomó fotografías comprometedoras de su mamá y el Rey en actitudes cariñosas.
Uno de los detalles más sorprendentes del romance es que, tras un periodo de distanciamiento, la relación entre Juan Carlos y la actriz se reavivó en la década de los 90, después de que la actriz se separara de su entonces marido, el domador de leones Ángel Cristo. Aunque Juan Carlos I de España había comenzado a verse con otras mujeres, como la empresaria mallorquina Marta Gayá, o más tarde con Corinna Larsen, su relación con Bárbara continuó de manera intermitente.
Fue en esta época cuando empezaron a surgir los primeros rumores de chantajes y extorsiones. En 1994, según se relata en el libro El jefe de los espías, Juan Carlos contactó con el entonces director del CESID, Emilio Alonso Manglano, para informarle de que estaba siendo víctima de un chantaje. A cambio de 100 mil dólares, Bárbara amenazaba con hacer públicas fotografías comprometedoras que, aunque no se hicieron públicas en ese momento, mantuvieron a la Casa Real a la expectativa. La solución fue ofrecer 25 millones de pesetas (moneda de España hasta 2001) y un programa de televisión.
Este no fue el único intento de chantaje. Tres años después, en 1997, se llegó a un acuerdo mucho mayor: 600 millones de pesetas, pagadas en varias cuotas, fueron supuestamente entregados a la modelo a través del CNI con fondos públicos. Este episodio dejó aún más tocada la imagen del Rey, que durante años trató de mantener una figura intachable mientras su vida privada era un completo caos.
Las tensiones con la reina Sofía, quien había decidido mantenerse al margen de las infidelidades de su marido, se hicieron cada vez más evidentes. Fuentes cercanas a la Casa Real aseguran que Sofía conocía todos los deslices de Juan Carlos, pero eligió centrarse en su papel institucional y proteger a la familia. No obstante, el dolor fue evidente cuando en 2024, tras la publicación de las fotos comprometedoras entre Bárbara y Juan Carlos I, se supo que Sofía no podía dormir ni comer bien al estar devastada por la situación.
Las fotos, publicadas por la revista holandesa Privé, muestran a Juan Carlos abrazando y besando a Bárbara en la terraza de su casa, así como cocinando una paella. Este material, que había sido objeto de especulación durante años, fue finalmente difundido y atribuido al hijo de la actriz, quien guardó una copia durante más de 30 años.
Las reacciones no se hicieron esperar. La actriz, que siempre había guardado silencio sobre muchos de los detalles de su relación con el Rey, se mostró indignada por la publicación de las fotos y acusó a su hijo de haberle robado ese material privado: "Estoy mal, llevo mucho tiempo mal y ahora peor. Nunca pensé que llegaría a este extremo”, declaró en una entrevista.
En los últimos audios revelados por OK Diario, se escuchan conversaciones grabadas entre Juan Carlos y Bárbara, en las que discuten abiertamente sobre la relación del monarca con la reina Sofía. En uno de los fragmentos, el Rey se lamenta de la distancia que existía entre ellos: "Para mí es comodísimo porque como Reina cumple de maravilla. Encima aguanta, no se va con otro”, afirmaba Juan Carlos en tono despreocupado.
Este romance, que comenzó como una aventura apasionada, terminó siendo un episodio lleno de sombras, secretos y presuntos delitos que aún hoy sigue impactando a la monarquía española. El uso de fondos públicos para tapar las infidelidades del rey, el chantaje y la extorsión, junto con la implicación de su propio hijo, hacen de esta historia una trama digna de una película de suspenso.
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