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En el famoso libro de Andrew Morton sobre Diana, la princesa de Gales, "Diana, in her own words", el periodista consigna lo que hoy parece impensable. Según Morton, a pesar de que el importante trabajo caritativo de Diana sigue adelante hoy a través de sus hijos William y Harry --lamentablemente, cada uno por su lado en la actualidad-- no falta quien asegura que su papel en la historia de Inglaterra eventualmente será casi insignificante.
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Según Andrew Morton, la escritora estadounidense ganadora del Pulitzer, Anne Applebaum, describió al legado de Diana como "del tamaño de un chícharo" y aseguró que "no cambió en nada la historia de Inglaterra"; lo que es más, el autor añade que los críticos de la princesa de Gales la han comparado con otra princesa de Gales muy anterior: Caroline de Brunswick. Acto seguido, uno se pregunta ¿quién es Caroline de Brunswick? Y aquí, precisamente, está el meollo del asunto. La vida de quien fuera la princesa de Gales de 1795 a 1820 presenta más de un paralelo con quien fuera la princesa de Gales de 1981 a 1997, pero, hoy en día, prácticamente nadie la recuerda.
Caroline de Brunswick. (Foto: Flickr)
La historia de Caroline
El 8 de abril de 1795, la princesa Caroline de Brunswick, y George, príncipe de Gales, se conocieron en la capilla real del Palacio de St. James para contraer matrimonio. La pareja --a diferencia de Carlos y Diana, dos siglos después--, estaba muy lejos de un romance de cuento. El novio tenía diez años casado ilegalmente, pues el rey George III, padre del príncipe, nunca había accedido a la boda, con Maria Fitzherbert, la Camilla Parker Bowles de esta historia; mientras que la novia, Caroline, no sabía que había sido utilizada como instrumento político.
George aceptó casarse con Caroline porque no le quedaba más remedio. Totalmente endeudado, acudió a su padre y al Parlamento para que lo ayudaran. La ayuda llegó con una condición: antes de recibir el dinero, debía casarse con su prima, Caroline. Por su parte, Carlos se vio presionado a contraer matrimonio porque ya era tiempo de que lo hiciera, según los cánones sociales --tenía 32 años cuando se casó-- y tuvo que buscar rápido a "una virgen, aristócrata e inglesa" según la tradición familiar, aunque seguía enamorado de Camilla Parker Bowles, casada con su amigo, Andrew Parker Bowles.
Desde que Caroline y George se conocieron, la cosa no pintó bien. George se pronunció literalmente asqueado por Caroline, mientras que ella pensó que él no se parecía a sus demasiado favorecedores retratos. En la boda, el novio estaba tan borracho, que sus padrinos lo tuvieron que sostener para que estuviera semierguido durante la ceremonia, y, cuando los novios se retiraron a sus habitaciones, George colapsó en el piso.
Aunque tuvieron una hija, la princesa Charlotte, la pareja se separó efectivamente a los dos años de matrimonio. Al igual que Diana, después de la separación, Caroline se sintió libre y las columnas de sociales de aquellos entonces empezaron a hablar sobre el desfile de hombres que la visitaban, lo que hizo enfurecer al príncipe de Gales, quien juró venganza.
En 1802, Caroline adoptó a un bebé, William Austin. Una "amistad" común le aseguró a George que el niño era el hijo ilegítimo de Caroline y un lacayo. En 1806, a instancias del príncipe, se inició una investigación. Mientras la fiscalía la acusaba de ser una mujer con un voraz apetito sexual, su defensa presentó a dos testigos estrella: Sophia y Samuel Austin, los padres del niño. No solamente George quedó ridiculizado sino que, al igual que Diana, Caroline se volvió inmensamente popular y fue liberada de los cargos, aunque nunca se dijo que no cometió adulterio.
La furia de George fue tal, que prácticamente prohibió a Caroline ver a su hija. Ante esta situación, la princesa se fue a Italia, donde conoció a Bartolomo Bergami a quien "contrató" como su chambelán. La furia de George fue tal que, cuando la princesa Charlotte murió, Caroline se enteró de casualidad, pues el príncipe decidió no informarla de la muerte de su propia hija.
En 1819, siguió con su plan de venganza y la acusó ante la corte de adulterio, Caroline alegó ante su representante, Henry Brougham, que no aceptaría la acusación, dado que el también era culpable de lo mismo --tal como Carlos y Diana--, lo cual dejó a la pareja en un limbo jurídico y el divorcio no se llevó a cabo.
En 1820, muere George III, padre del príncipe y, técnicamente, Caroline se convierte en reina. Ante tal perspectiva, George hace que la enjuicien de nuevo, pero las cosas no salen como él las planeó. Los ingleses recibieron a Caroline con gran júbilo y su tranquila relación con Pergami es comparada con los escandalosos affaires del nuevo rey. Brougham, el defensor de cabecera de la reina, ganó fácilmente el caso. El público estaba encantado y el rey enfurecido, pero finalmente, obtuvo su venganza.
El 19 de julio de 1821, Caroline llegó a la Abadía de Westminster para ser coronada junto a su esposo, pero encontró el acceso prohibido para ella. Sus intentos por entrar fueron recibidos con burlas por el público presente, influenciado por el efecto patriótico de la coronación. Al igual que Diana, Caroline aprendió de la peor manera que la lealtad de la prensa y del público es muy voluble.
Caroline regresó profundamente humillada a su hogar y murió apenas tres semanas después, a la edad de 53 años; no tan joven como Diana, pero joven, al fin y al cabo, otorgando a su esposo la libertad que tan largamente éste había deseado. Largas filas de personas rindieron homenaje a Caroline en su funeral, al igual que ocurrió con Diana.
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Además de continuar su relación con Maria Fitzherbert, aunque intermitentemente, George IV tuvo numerosas amantes y fue padre de varios hijos ilegítimos, en esto, todo hay que decirlo, no se parece nada al príncipe Carlos, quien está felizmente casado con la tercera en discordia en su matrimonio con Diana ,Camilla Parker Bowles, desde 2005.
Aunque se compara a Caroline con Diana, la verdad es que la primera es solamente famosa por la truculenta historia de su matrimonio, pero Diana, en cambio, acercó a la familia real a la gente de a pie y dejó un legado de calidad humana en sus hijos, que hoy por hoy, se aseguran de que Diana no se convierta en un lejano y anecdótico recuerdo.