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El 9 de diciembre de 1992, John Major, el entonces primer ministro de Inglaterra, anunciaba públicamente la separación formal de lady Diana Spencer y el príncipe Carlos de Inglaterra, aun cuando la pareja, en los hechos, llevaba muchos meses viviendo en casas distintas.
Major describió a la separación como “amistosa” y aclaró varios puntos: que la pareja no estaba (aún) pensando en el divorcio, por lo que no se afectaría la sucesión al trono y Diana aún podría llegar a ser reina de Inglaterra; también que seguirían ambos involucrados en la educación de sus hijos, los príncipes William --que en ese momento tenía 10 años-- y Harry – de 8--, quienes entonces estudiaban como internos en el prestigioso colegio Ludgrove.
Diana, Harry, William y Carlos; la pareja ya estaba separada cuando se tomó esta fotografía. (Foto: Archivo El Universal)
El anuncio, que salió del propio Buckingham, se dio después de varios años de especulaciones de los tabloides ingleses acerca de que el matrimonio real no andaba bien, con abundante evidencia acerca de cómo Diana y Carlos vacacionaban cada uno por su parte y se hospedaban en habitaciones separadas en los viajes oficiales.
Por otra parte, hacía apenas seis meses que se había publicado la explosiva biografía de la princesa “Diana: su verdadera historia” escrita por Andrew Morton con la cooperación de la protagonista, en la que Di revelaba toda la verdad acerca de su infeliz matrimonio, su desorden alimenticio, sus intentos de suicidio y muchas otras cosas más.
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Nunca un miembro de la realeza británica había hablado con “tan poco filtro” acerca de la monarquía y de su rol en ella y, aunque inicialmente se trató de minimizar el daño desde Buckingham, asegurando que Diana estaba en un “delicado estado emocional” cuando habló con Morton, el impacto fue definitivo y el público nunca volvió a ver a la monarquía de la misma manera. Esta publicación fue el preámbulo de una inminente separación.
A pesar de esto, Diana y Carlos seguían apareciendo juntos en actos de la agenda de palacio, por lo que la confirmación oficial de que estaban separados fue una verdadera bomba. Incluso, se llegó a especular que era el principio del fin de la monarquía en Inglaterra, lo cual, dicho sea de paso, 28 años después, aún no ha sucedido.
Un cuento de hadas sin final feliz
El 29 de julio de 1981, casi mil millones de televidentes de 74 países diferentes fueron testigos de la boda del príncipe Carlos, heredero del trono de Inglaterra, con lady Diana Spencer, una jovencísima y tímida maestra de kínder que pertenecía a una aristocrática familia. En la impresionante ceremonia, llevada a cabo en la iglesia de St. Paul, hubo 2,650 invitados, según algunas versiones, o hasta 3,500, según otras. Un cuento de hadas moderno se desarrollaba ante los ojos del mundo, la pareja era la postal de un romance perfecto.
Pronto, Diana evolucionó de aquella tímida maestra a la princesa con más carisma en la historia de la realeza británica, mientras que, en privado, sufría con la indiferencia y frialdad de su esposo y su familia política y batallaba con la bulimia. Sus hijos, William y Harry nacieron en 1982 y 1984, respectivamente.
Diana, William y Carlos, en la presentación al público de su primer 'royal baby'. (Foto: Archivo El Universal)
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la ilusión se empezara a desvanecer, lo cual fue una experiencia especialmente dolorosa pues se desarrolló bajo el cercano escrutinio de los inmisericordes tabloides ingleses y europeos.
Aún después de separados, Carlos y Diana siguieron cumpliendo, cada uno por su lado, con sus deberes reales, pero era una situación cada vez mas difícil de sostener. Ambos dieron sus puntos de vista en distintas apariciones, documentales y entrevistas televisadas y el mundo era espectador de una telenovela –aparentemente sin fin—de la vida real, literalmente hablando.
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La famosa entrevista de Diana con el programa “Panorama” pareció por fin resolver una situación incómoda y complicada para toda la familia y, finalmente, según la biografía de la princesa de Gales “The Diana Chronicles”, escrita por Tina Brown, fue la reina quien decidió el divorcio.
De acuerdo con el libro, el 20 de diciembre de 1996, la reina le escribió una carta a Diana, en términos amistosos, pidiéndole aceptara divorciarse de Carlos y diciendo que lo había consultado con el arzobispo de Canterbury y con el primer ministro y que ambos estaba de acuerdo en que era lo mejor.
Carlos no tuvo siquiera que intervenir y, en agosto de 1996, el divorcio quedó finalizado a cambio de un generoso patrimonio para Diana, el derecho a seguir habitando en el Palacio de Kensington y de retener el título de princesa de Gales, aunque renunciaba al tratamiento de “su alteza real” y a cualquier reclamo al trono.
Apenas un año después, el 31 de agosto de 1997, con solo 36 años, Diana moría, al igual que su entonces pareja, Dodi Al Fayed, a causa de un fatídico accidente automovilístico en el Puente del Alma, en París.