Tras la baja por salud de dos miembros claves de la monarquía inglesa, el rey Carlos III diagnosticado con un tipo de cáncer no especificado, y la princesa Catherine de Gales que fue sometida a una misteriosa operación abdominal, se ha desatado una crisis de representación sin precedentes en la monarquía que ha generado gran preocupación en todo el Reino Unido.
Parece que la estrategia del primogénito de la difunta reina Isabel II de adelgazar la familia no ha sido la mejor decisión, pues en la actualidad los únicos miembros en activo son la princesa Ana (73 años), los Duques de Edimburgo: Eduardo (59 años) y su esposa Sophie (59 años) y, por supuesto, la reina Camila (76 años). Tomando en cuenta que al soberano le urge conectar con las generaciones más jóvenes del país para asegurar la continuidad de la institución y el príncipe William (41 años) es el único miembro joven en activo al día de hoy, el futuro se percibe incierto.
Ante la actual situación de la casa real, el príncipe Harry y su esposa, la ex actriz Meghan Markle, han visto una oportunidad de volver a formar parte de la monarquía. Pero ¿Qué no habían renunciado a ésta para llevar una vida más libre e independizarse? Se preguntarán muchos de ustedes.
Sí, efectivamente ellos ejecutaron el Megxit en enero del 2020 pero también es cierto que desde entonces su imagen pública se ha dañado debido a los programas de TV, libros, entrevistas, podcast y otros proyectos donde lo único que han hecho es descalificar a los Windsor. Han hablado muy mal de todos, en especial del rey Carlos III y de Kate Middleton, quienes curiosamente hoy viven delicadas crisis de salud.
La reputación de los Sussex vive sus horas más bajas desde su salida de Buckingham y esa aura que los rodeaba como miembros de la familia real se ha ido diluyendo conforme ha pasado el tiempo con cada queja que propinan sin fundamento contra los royals. En el último año varios de sus proyectos con importantes startups y productoras se han cancelado como con el jugoso contrato con Spotify de 20 millones se dólares por falta de cumplimento, además ninguna celebridad seria de Hollywood se quiere asociar ya con ellos por temor a dañar su imagen.
De ahí que han buscado mantenerse cercanos a la familia real para mandar un mensaje a sus principales clientes: “Ya lo ven, seguimos teniendo un pie en Palacio”.
El último intento lo hizo el príncipe Harry el lunes 5 de febrero cuando su padre, Carlos III, le comunicó que padece de cáncer. Inmediatamente tomó un avión para dirigirse al Reino Unido y verlo. Harry no contemplaba que su progenitor únicamente le diera media hora en su agenda, 30 minutos para ver a su hijo que vive en el extranjero, es muy poco tiempo y esa es la principal señal de que las cosas entre los ellos van peor que nunca. De hecho me atrevo a decir que su relación está completamente rota sin posibilidad de una reconciliación. Por más intentos que ha hecho el hijo menor de Lady Di por mantener el contacto con su familia, han sido en vano. Nadie quiere hablar con él, principalmente por miedo a que lo que se diga o se haga enfrente de él más tarde aparezca en la primera plana de algún medio o peor aún en una de sus múltiples entrevistas en televisión.
Este interés por seguir teniendo un pie en Buckingham claramente no es por amor a la familia sino porque Harry y Meghan necesitan desesperadamente estar vigentes y cercanos a los Windsor para poder seguir facturando a su costa.
Pero los Sussex son orgullosos y no quieren regresar a los pies del soberano con la cola entre las patas porque entonces se les caería la máscara que tan bien han llevado los últimos cuatro años, la de víctimas.
De ahí que usaron la vieja estrategia de filtrar información a la prensa con una petición que más bien parecía que estaban haciendo un favor. Medios estadounidenses publicaron varios artículos como el de la revista Time en febrero pasado, donde aseguraban que el príncipe Harry estaba dispuesto a regresar a la familia real “de manera temporal” para “ayudar” al soberano con la agenda oficial. Eso sí, lo único que necesitaban los Sussex para acceder a su regreso al Reino Unido era que el rey Carlos III se los pidiera. ¿Pueden creerlo? ¡Cuánta soberbia! Los Duques de Sussex están totalmente desubicados.
¿Para qué querrían volver a la familia real, esa que supuestamente los maltrató y los discriminó? Claro, el dinero se les está terminando.
La respuesta no tardó en llegar. Inmediatamente medios ingleses publicaron el sentir de los Windsor: había “cero posibilidad” de que los Sussex volvieran al trabajo de representación.
Por si fuera poco luego de las bajas de Carlos III y Kate y de una evidente ausencia de dos piezas claves de la institución, Harry y Meghan aprovecharon para incrementar su agenda en Estados Unidos y Canadá a donde asistieron para promocionar los Invictus Games de invierno y demostrar que ellos siguen siendo populares. Pasaron prácticamente desapercibidos.
También dieron una entrevista a Good Morning America por la cual dicen que cobraron, para hablar de la delicada salud del Carlos III. Así lo presentaron aunque al final Harry se concretó a decir que “amo a mi familia” y se dijo agradecido de poder ver a su progenitor, pero cuando le preguntaron por el estado de salud del rey sólo se concretó a decir que esa información era clasificada y que quedaba “entre él y yo”.
Con esta plática en televisión Harry mostró una gran falta de sensibilidad con un enfermo de cáncer, su padre.
Pero no termina ahí este asunto, se atrevieron a lanzar su nuevo sitio web sussex.com donde se presentan como Duques de Sussex y se refieren a sus hijos, Archie y Lilibet, como príncipes. Todos se cambiaron los apellidos, ahora Meghan, ya no lleva el Markle ni los niños son Mountbatten-Windsor, los cuatro integrantes de la familia son Sussex en un intento por apropiarse este título como apellido y marca, de esta forma evitan que se los quiten.
En el Reino Unido existen muchas movilizaciones civiles con peticiones muy concretas para que a Harry y Meghan se les quite el título del ducado de Sussex. No sabemos a ciencia cierta si el pueblo lo logre pero la verdad se lo están ganando a pulso.
Además utilizan el Sussex Royal que Isabel II les había prohibido usar para sus negocios y el escudo de armas de Meghan.
¿No que no querían títulos reales para sus hijos? ¿Porqué venderse como royals si lo que querían era ser libres y hacer vida lejos de la casa real? La respuesta es muy obvia, quieren aprovecharse de lo poco que les queda como parientes de la reina Isabel II para poder venderse y vender sus proyectos a mejor precio.
Cada paso que dan es torpe e incongruente y lo único que están consiguiendo es cavar su tumba mediática. Los únicos que no se enteran de que su reputación está por los suelos son ellos mismos. Ya veremos qué más se les ocurre a los Sussex en las próximas semanas.
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