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La princesa Eugenia, hija de Andrés de York y Sarah Ferguson, habló públicamente sobre algunos problemas alimenticios que enfrentó durante su adolescencia como resultado de la presión mediática y social a la que estuvo expuesta desde su niñez al pertenecer a la realeza británica.
Para Eugenia, ser una persona que nació en medio del ojo público trae consigo distintas situaciones que van más allá de lo que puede considerarse normal, ya que la atención sobre su persona, el cómo actúa y su aspecto, están expuestas a las opiniones y comentarios del público y los tabloides.
Si bien, la sobrina del rey Carlos lll, no es una de las primeras en la línea de sucesión a la corona de Inglaterra y no tiene un papel oficial dentro de la casa real, es una de las pocas que lleva el título de princesa y que recibe un tratamiento de Alteza Real por lo que su presencia en las celebraciones más importantes de la monarquía es casi imprescindible.
Consecuencias de la vida pública
Eugenia de York, hizo estas declaraciones durante el podcast "Table Manners" donde contó todos los pormenores que la llevaron a tener problemas con la comida. Desde adolescente, los constantes comentarios sobre su forma de vestir y su apariencia la afectaron gravemente: "Desde luego, eso me causó un par de problemas relacionados con la comida. Tener que lucir de una determinada manera, que te digan: 'Oh, qué vestido tan bonito o que mal se le ve' Creo que le ocurre a todo el mundo que está bajo los focos", explicó.
La convivencia con la reina Isabel ll
La prima del príncipe Guillermo y hermana de la princesa Beatriz, habló sobre cómo eran las comidas con su abuela, la fallecida reina Isabel II, con quien solo podía compartir 45 minutos de almuerzos o comidas en los que todos tenían que tener buenos modales. También recordó a los corgis de la difunta monarca, y dijo: “Están grandes y ladran, pero son realmente dulces con sus patas gordas y esponjosas”.
La calma después de la tormenta
Durante otro momento del podcast, la princesa, esposa de Jack Brooksbank y madre de dos niños llamados August y Ernst, expresó su descontento sobre la presión mediática y el juicio de la opinión pública a la que están sujetas, los menores de edad, pues en vez de recibir seguridad sobre las acciones que toman, reciben completamente lo contrario.
Es por ello que decidió mudarse junto a su familia a Portugal, en donde viven una vida tranquila y en el anonimato, sin nadie que juzgue a sus hijos como ella lo sufrió. Ella cuenta la tranquilidad que encontró ahora que está lejos de Inglaterra, pues ahora puede hacer actividades tan humanas como ir al supermercado y hacer ejercicio, sin tener la presión de ser vista, perseguida y fotografiada.
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