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La tranquilidad de Montecito, un exclusivo barrio californiano que Harry y Meghan eligieron como refugio tras abandonar sus deberes reales, se ha visto severamente afectada. En los últimos meses, una serie de crímenes sembró el pánico entre sus residentes, incluyendo a los Duques de Sussex.
Según informó la periodista Concha Calleja en el programa Fiesta, las autoridades locales notificaron a los duques sobre ocho incidentes delictivos ocurridos en noviembre. Entre estos, se reportaron robos con violencia, un secuestro y el hallazgo de un vehículo con un cuerpo calcinado. Este alarmante aumento en la criminalidad no solo afecta a propiedades desocupadas, sino también a hogares habitados, generando incertidumbre entre los vecinos.
Ante esta ola de inseguridad, los príncipes tomaron medidas drásticas. La seguridad privada financiada por el príncipe fue reforzada, y se les ha aconsejado limitar sus salidas al máximo y hacerlo siempre bajo estrictas precauciones. Meghan, por ejemplo, ha sido vista en el mercado local acompañada por guardias y un perro adiestrado, reflejo de las nuevas medidas adoptadas.
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La policía local también está investigando si los duques pudieran ser objetivos de las bandas criminales. “No está claro si estos actos tienen alguna relación directa con ellos, pero la preocupación es evidente”, explicó la periodista. Mientras tanto, los residentes también han intensificado sus propias medidas de seguridad, conscientes de que incluso las soluciones más sofisticadas no garantizan una protección total.
Además del impacto en su seguridad física, esta situación también tiene un peso emocional para la pareja. La paz que buscaban tras su alejamiento de la corona se ve amenazada por eventos que escapan a su control. “Han entrado en pánico, pero están gestionando la situación con la mayor discreción posible”, afirmó Concha Calleja.
La situación suscitó especulaciones sobre un posible regreso de la pareja al Reino Unido, algo que marcaría un cambio significativo en su plan de vida independiente. No obstante, hasta ahora, los duques han demostrado resiliencia y compromiso con el hogar que formaron en California.
A pesar de todo, Meghan y Harry mantienen su agenda pública, asistiendo únicamente a eventos previamente planificados. Actividades más simples, como pasear por el vecindario, quedaron totalmente en pausa.
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