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Hace exactamente 63 años, se suscitó uno de los eventos más misteriosos en la historia de la realeza española: la muerte del infante Alfonso de Borbón a causa de un disparo a los 14 años de edad. El único testigo del momento fue su hermano Juan Carlos, quien años más tarde se convirtió en rey de España.
La versión oficial del acontecimiento, documentada por el diario español El Mundo, relata que Alfonso se encontraba limpiando una pistola de salón en compañía de su hermano, sin embargo, durante la tarea, la accionó sin querer y se disparó en la parte frontal del cráneo a las 20:30 horas, hecho que le arrebató la vida.
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Sin embargo, hay otra historia que se rumoró por mucho tiempo en las calles de España; de acuerdo con Vanitatis, aquel 29 de marzo de 1956 Alfonso y su hermano Juan Carlos -quien aquel entonces tenía 18 años- se encontraban jugando con un revolver calibre 22 que alguien les había regalado.
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“Cuando ocurrió aquello, ninguno de los dos era ya un niño, pero se comportaban como unos, con juegos y peleas de niños”, contó Abel Hernández en entrevista para la revista española.
Hernández, quien es un historiador, dijo que Alfonso fue el encargado de conseguir las balas para el arma sin sospechar que estaba condenando su vida con ese acto. Aunque su papá, Juan de Borbón les había quitado el revolver, su mamá, María de las Mercedes se las devolvió ante los ruegos de sus hijos.
“No es para disparar, mami, solo para verla”, le decía los infantes a su mamá.
Abel Hernández cuenta que entre el juego de apuntar y huir, sin querer, Juan Carlos -quien en aquel entonces era un cadete miliar- disparó accidentalmente hacia el rostro de su hermano y aunque trató de tapar la herida con su mano, según lo que explica el diario El Tiempo, Alfonsito perdió la vida en medio de un charco de sangre.
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Esta última versión es como un secreto a voces, incluso se eliminó de la biografía de Juan Carlos I para no perjudicar su imagen, pero el suceso fue escandaloso y doloroso en su momento, pues marcó la vida del padre del rey Felipe VI y su familia.
“Era muy simpático, le quería mucho, le quería mucho. Echo de menos no tenerlo al lado, el no poder hablar con el, el no poder discutir con él. Alfonsito era un niño travieso y despierto, simpatiquísimo, que alegraba la vida a quienes le conocían”, dijo años después Juan Carlos, según El Mundo.
María de las Mercedes reconoció tiempo después que el día que su hijo falleció, su vida se detuvo. Además, se cuenta que el papá, Juan de Borbón, lanzó el revolver a un lago años después del incidente para no ver el objeto que les causó tanto dolor y una anécdota que rescata El Mundo es que tras el accidente, le gritó a su hijo: “¡Júrame que no lo has hecho a propósito!”.
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Al final, Alfonso de Borbón fue enterrado en Estoril, Portugal, con un traje negro y sus manos sobre el pecho. Algunos miembros de la realeza llevaron bolsas con tierra española sobre la tumba del infante, ya que era su país de origen, pero sus papás al estar exiliados por órdenes de la dictadura de Franco, fue enterrado en el país vecino.
En 1992, cuando por fin lograron regresar a España Juan de Borbón y María de las Mercedes, se llevaron los restos de Alfonsito al panteón El Escorial.
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