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Desde que se casó con el ahora rey Carlos III en 1981, la princesa Diana se convirtió en unos de los miembros favoritos de la realeza, por lo que su fallecimiento en agosto de 1997 representó un golpe emocional fuerte para muchas personas. Principalmente a sus dos hijos, los príncipes William y Harry, de 15 y 12 años, respectivamente.
Así lo ha confirmado Harry, duque de Sussex, en una entrevista para "Newsweek": "Mi madre acababa de morir y tuve que caminar detrás de su ataúd, rodeada de miles de personas que me miraban mientras millones más lo hacían en la televisión".
Por primera vez y gracias al libro autobiográfico "El rey; la vida de Carlos III" del autor Christopher Andersen, se puede leer el arrepentimiento del monarca de 73 años por permitir que sus pequeños hijos tuvieran que exponerse ante toda esa presión mediática.
"Creo que lo atormenta porque los atormenta a ellos, ya han hablado de eso", expresó Andersen, quien publicará su libro el próximo 8 de noviembre.
(Charles Spencer junto al príncipe William, el príncipe Harry y el rey Carlos III durante la procesión del féretro de la princesa Diana en septiembre de 1997 / AP)
“Creo que tanto William como Harry pensaron: ¿Quiénes son estos extraños que nunca la conocieron? ", continuó el escritor. “Así que estaban enojados por lo que había sucedido. Carlos entiende que hasta cierto punto, él tuvo responsabilidad".
Según informes, tanto los jovenes príncipes William y Harry, de ahora 40 años y 38 años, sintieron que el palacio de Buckingham los engañó para que participaran en el funeral, igual que Charles Spencer, hermano de Diana.
El funeral de Lady Di fue visto por más de 2.500 millones de personas y fue superado por el funeral de Isabel II de Reino Unido, visto por 4.100 millones.