El mundo del arte está de luto, pues hoy 15 de septiembre, despertamos con la noticia del fallecimiento de Fernando Botero, el artista colombiano conocido en todo el mundo por los personajes que plasmó a través de la pintura y de la escultura, figuras que muchos de sus seguidores nombraban como “regordetas” y que siguen causando inquietud hasta la fecha.
Botero nació un 19 de abril de 1932 en Medellín, Colombia y fue el segundo de tres hijos, su padre fue un comerciante: David Botero y su madre, Flora Angulo. Estuvo casado tres veces. Su última esposa fue la artista griega Sophia Vari, en 1978. Ella murió en mayo de 2023, hace 4 meses.
El artista tuvo tres hijos de su primer matrimonio con Gloria Zea: Fernando, Juan Carlos y Lina. Botero también tuvo un hijo llamado Pedro con su segunda esposa, Cecilia Zambrano. Pedro murió a los 4 años en un accidente automovilístico en 1974. En este accidente en el que conducía el vehículo Fernando Botero, también perdió partes de sus dedos y algo de movimiento en su brazo derecho.
De este penoso suceso surgió una de las obras más representativas del artista, "Pedrito a Caballo", en honor a su pequeño hijo fallecido.
Cuando era muy joven asistió durante un tiempo a una escuela para toreros, pero su verdadero interés era el arte. De acuerdo con “Los Angeles Times” fue a los 14 años cuando Fernando Botero tomó la decisión de dedicarse al mundo de las artes y para ello su madre lo apoyó, pero le señaló que solamente él sería quién debía conseguir el dinero para sus estudios.
Su primera presentación de arte colectivo fue en 1948, en la exposición de Pintores Antioqueños, que se realizó en Antioquia, Colombia, y fue hasta 1951 que tuvo su primera exposición individual en la Galería de Arte de Leo Matiz, en la ciudad de Bogotá.
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En sus inicios, se dice que se inspiró en el arte colonial precolombino y español que lo rodeaba, así como en la obra política de Diego Rivera. Conforme fue evolucionando, el arte del pintor y escultor destacó gracias a su estilo tan particular de plasmar la cotidianidad en sus personajes, ya que además, cada una de sus obras realiza una crítica, que las personas puede interpretar de manera distinta, es ahí donde recae lo valioso del arte, en cada interpretación.
A lo largo de la década de 1950, Botero comenzó a experimentar con proporciones y tamaños, hasta llegar a lo que hoy conocemos como su toque único y estilo inconfundible. Britannica señala que cuando se mudó a Nueva York, en 1960, ya había desarrollado su estilo característico: la representación de humanos y animales redondos y corpulentos.
En 1973 Botero regresó a París para crear esculturas, además de sus obras sobre lienzo. Estas esculturas, con el paso del tiempo han sido exhibidas y colocadas al aire libre en diferentes partes del mundo y recintos como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Instituto de Arte de Chicago y el Museo Botero de Bogotá.
Su obra abarca temas como la vida cotidiana en Colombia, referencias históricas del arte como la Mona Lisa y abusos de poder, todos interpretados por las figuras exageradamente redondas de Botero. Esta estilización, fue conocida como "Boterismo". Él siempre dijo que no pintaba gordos ni exhaltaba la obesidad.
Fernando Botero Zea, hijo del artista Botero y de Gloria Zea, gran promotora de la cultura colombiana, declaró en un video que compartió a través de Instagram, que su padre se encontraba estudiando artes en México cuando él nació en 1956, por lo que el hijo de Botero es orgullosamente mexicano.
“Recuerdo a mi padre como un artista que estaba pintando en la casa y yo lo veía, […] recuerdo verlo pintar en la casa donde vivíamos en Bogotá”, compartió, ya que cuando tenía 2 años de edad la familia partió de México y regresó a Colombia; sin embargo, fue y seguirá siendo muy querido en nuestro país.
Fernando Botero deja un gran legado artístico y cultural alrededor del mundo. En paz descanse el grande de Colombia.
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