Silvia Pinal, la última diva del cine de oro mexicano, murió este 28 de noviembre a los 94 años luego de permanecer hospitalizada durante una semana al sur de la Ciudad de México debido a una fuerte infección urinaria que terminó por desencadenar otras complicaciones en su organismo, entre ellas un problema en el pulmón y presión baja.
Nacida el 12 de septiembre en Guaymas, Sonora, Silvia Pinal fue una de las figuras más emblemáticas del espectáculo mexicano y un símbolo de resiliencia ante las adversidades que en más de una ocasión le presentó la vida.
Acompañada hasta sus últimos momentos de sus seres queridos, sus hijos Sylvia Pasquel, Alejandra y Luis Enrique Guzmán, hasta su nieta Stephanie Salas, su bisnieta, Camila Valero, así como de sus grandes amigos Iván Cochegrus y Efigenia Ramos, su asistente personal, la actriz será ampliamente recordada con cariño y admiración.
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Una carrera artística de más de 70 años que incluyó películas como Viridiana, El ángel exterminador, El rey del barrio, Simón del desierto, entre muchas otras, así como una incursión en la política son tan solo algunos de los aspectos por los que el público recordará a Silvia Pinal.
La intérprete mexicana estuvo casada un total de cuatro veces, con Rafael Banquells (1947 a 1952), con Gustavo Alatriste de (1961 a 1967), con Enrique Guzmán (1967 a 1976), y con Tulio Hernández Gómez (1982 a 1995). Además, fue mamá de cuatro hijos: la actriz Silvia Pasquel, la cantante Alejandra Guzmán, el músico Luis Enrique Guzmán y Viridiana Alatriste, quien falleció a los 19 años en octubre de 1982 debido a un trágico accidente automovilístico.
Su dinastía creció con la llegada de sus nietos, Frida Sofía, hija de Alejandra Guzmán, Stephanie Salas, hija de Sylvia Pasquel, y las discretas Schersa y Giordana, hijas de Luis Enrique Guzmán. Mientras que Camila Valero y Michelle Salas, son sus únicas bisnietas.
Desde temprana edad, Silvia sintió fascinación por las artes, en especial la música y la actuación. Aunque soñaba con estudiar ópera, el destino la llevó al teatro y la radio, donde comenzó a mostrar el talento que la llevaría al estrellato.
Con apenas 14 años, trabajaba como secretaria para ayudar a su familia y estudiaba actuación en Bellas Artes, rodeada de figuras como Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. Su talento innato y su belleza la llevaron a los escenarios teatrales, donde debutó en Los Caprichos de Goya y Nuestra Natacha.
Fue durante esta etapa cuando conoció a Rafael Banquells, un actor y director que se convertiría en su primer esposo y que la animó a dar sus primeros pasos en el cine. A pesar de ser aún una adolescente, su matrimonio le permitió escapar de un entorno familiar restrictivo y comenzar su carrera profesional.
Para la década de los cincuenta, Silvia ya era una de las grandes estrellas del cine mexicano, destacando en películas como El Rey del Barrio, junto a Tin Tan, y El Inocente, con Pedro Infante.
Sin embargo, su verdadera consagración llegaría en los años sesenta, cuando se convirtió en la musa del aclamado director Luis Buñuel. Su participación en filmes como Viridiana, El Ángel Exterminador y Simón del Desierto.
Su matrimonio con Rafael Banquells terminó tras el nacimiento de su primera hija, Sylvia Pasquel, debido a diferencias irreconciliables. Poco después, Silvia encontró el amor en el productor Gustavo Alatriste, con quien trabajó en Viridiana y tuvo a su segunda hija, a quien nombró igual que la película.
No obstante, las infidelidades de Rafael fracturaron su relación, dejándola nuevamente como madre soltera, esta vez de dos hijas. Mientras su carrera brillaba en el cine, su vida personal se mantenía como un torbellino de emociones. A pesar de las dificultades en sus relaciones, Silvia siempre mostró una gran fortaleza, logrando equilibrar su vida profesional y la crianza de sus hijas.
El siguiente capítulo en su vida amorosa fue su matrimonio con Enrique Guzmán, un cantante de rock diez años menor que ella. Su unión fue apasionada y polémica, dando lugar al nacimiento de Alejandra Guzmán y Luis Enrique Guzmán.
El golpe más duro de su vida llegó en 1982, cuando su hija Viridiana, de 19 años, falleció en un trágico accidente automovilístico. Silvia nunca logró superar completamente esta pérdida, describiéndola como “una herida permanente en su corazón”.
Aunque su vida personal estuvo marcada por intensos y complejos romances, también compartió momentos únicos con figuras legendarias. Fue retratada por Diego Rivera, quien la describió como "una musa con sensibilidad y belleza inigualables".
Además, vivió un breve pero hermoso romance con Emilio “El Tigre” Azcárraga, el cual no prosperó debido a las reservas de sus padres, quienes le prohibieron continuar su relación con la actriz.
Silvia Pinal enfrentó los retos propios de su edad y problemas de salud recurrentes. Su hija Sylvia Pasquel la describe como una "guerrera incansable", reflejo de su carácter inquebrantable. La diva no solo es una leyenda del espectáculo, sino también un ejemplo de fortaleza y pasión, dejando un legado que seguirá brillando eternamente en la historia cultural de México.
Descanse en paz.
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