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¡Olé! Con impecables movimientos, música en vivo, aplausos, colores, lentejuelas, un inmenso talento y la fusión de dos culturas, María Aliaga celebró el décimo aniversario del concepto multidisciplinario Flamenco a la Mexicana, un homenaje a lo mejor de dos culturas.
El Lunario del Auditorio Nacional fue testigo de una enigmática noche, donde la intérprete demostró su talento al bailar diferentes arreglos de boleros clásicos mexicanos, entre ellos Por debajo de la mesa, La Gloria Eres Tú, Como Yo Te Amé, entre otros.
María Aliaga, que ha estudiado en México y en España en la Fundación Cristina Heeren de Sevilla, le dio color a la noche no sólo con su flamenco, sino también con cada uno de los conjuntos con los que vistió, mismos que rindieron homenaje a las tradiciones mexicanas, con un toque español.
Flamenco a la Mexicana comenzó con una introducción con una María Aliaga deslumbrando en un traje de flecos color blanco. Sus manos, poderosas, dibujaban en el aire cada uno de sus movimientos con fuerza, pero con la delicadeza que el flamenco existe.
Acompañada de una guitarra, un bajo, dos vocales y percusiones, la coreógrafa abrió la función de celebración con una voz en off que enunciaba todo lo que ha representado el proyecto durante los últimos diez años, misma que acompañó con diferentes movimientos.
“Diez años de haberte recibido como un regalo de Dios. Diez años de teatros, de baile, de pasarelas. Diez años de México, Nueva York, Boston, Monterrey y Sevilla. Diez años de ser tan flamenca como mexicana. Diez años de ti. Diez años de esta maravillosa aventura llamada Flamenco a la mexicana”, rezaba la voz.
Inmediatamente comenzó a escucharse el tacón de los zapatos de flamenco que chocaban contra el piso del escenario a solas, todavía, sin instrumentos. Así, comenzó una de las noches más poderosas para María Aliaga, que estuvo rodeada de aplausos, y algunos gritos de ‘¡Olé!’ provenientes de la audiencia que cautivó desde el primer momento.
Y no era para menos. La bailaora no solo es intérprete del proyecto, sino también coreógrafa y directora del espectáculo itinerante que se presenta desde 2014. Las muestras de amor también se dejaron ver, pues la anfitriona recibió a diferentes invitados que presenciaron el evento, pero entre ellos, destacó la presencia de Aurelio Nuño, quien con unas románticas rosas rojas, celebró a su esposa por diez años de entrega.
Un homenaje artístico a lo mejor de dos culturas
María Aliaga realizó diferentes cambios de vestimenta durante su presentación, mismos que llenaron de alegría y color el escenario. Con su impecable estilo, la bailaora portó un vestido azul aterciopelado con olanes blancos, una falda blanca con olanes y cola que acompañó de un rebozo de flores y flecos, además de un vestido muy mexicano con bordados de flores, pero con los olanes que caracterizan al flamenco.
Cada una de las canciones, acompañadas de música a viva voz, vinieron acompañadas de su vivacidad, su talento, y desde luego, su amor hacia el flamenco y hacia la cultura mexicana.
La bailaora zapateó en diferentes ritmos, pero todos ellos fueron arreglos de flamenco. “No existe un momento del día en que pueda apartarte de mí. El mundo parece distinto cuando no estás junto a mí”, bailaba María Aliaga con sus manos el aire mientras rodeaba el escenario con la fortaleza de sus pasos.
Con su pelo suelto característico, María Aliaga se encargó de fusionar lo mejor de dos culturas, de encarnar ritmos y hacerlos vivenciales, solo como ella podía hacerlo. El Lunario del Auditorio Nacional se llenó de talento, y muchos de los espectadores se contagiaron de la alegría que la bailaora transmitió desde el primer momento.
Las muestras de amor también se dejaron ver, pues la anfitriona recibió a diferentes invitados que presenciaron el evento, pero entre ellos, destacó la presencia de su esposo Aurelio Nuño, quien con unas románticas rosas rojas, celebró a su esposa por diez años de entrega.
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