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Fue hace casi 30 años que Carlos Slim estuvo delicado de salud. En 1992, el empresario y fundador de Teléfonos de México tuvo un problema con un aneurisma que le provocó una hemorragia y que posteriormente le volvió a dar problemas en 1997, entonces, se internó en el Texas Heart Institute, en Houston.
Ahí su vida estuvo en riesgo cuando los doctores le cambiaban una válvula del corazón y una hemorragia lo puso en peligro, la cual, fue controlada con 31 bolsas de sangre. Incluso, el propio Slim aceptó que en ese momento lo declararon muerto, de acuerdo con la entrevista que Diego Enrique Osorno le hizo para el libro "Slim. Biografía política del mexicano más rico del mundo". "Seguramente me dejaron en el cuarto pensando que ya no me iba a recuperar. Son experiencias dolorosas", cuenta Slim en el libro.
(El Universal)
La salud del dueño de Grupo Carso, quien cuando tenía 13 años murió su papá de un problema cardíaco, ha sido mortivo de preocupación para miles de personas. Tal vez por estos roces que ha tenido con la enfermedad, es que Slim le ha dado un papel muy importante en su vida y en su etapa como filántropo a través de la fundación que lleva su nombre.
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El año pasado donó mil millones de pesos a diversos institutos de salud para combatir el nuevo coronavirus y con su fundación organiza anualmente una serie de premios para reconocer la labor de doctores y científicos que han dedicado su vida a buscar soluciones innovadoras para los problemas de salud.
(AFP)
El empresario, quien ya vio de cerca las fatales consecuencias del Covid-19, pues su primo José Kuri, (10 años menor que él) falleció tras contraerlo en un viaje, ocupa actualmente el puesto número 21 de las mayores fortunas internacionales, según Forbes.
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