Luis Miguel Gallego Basteri, mejor conocido como Luis Miguel, nació el 19 de abril de 1970 en San Juan, Puerto Rico. Con raíces españolas e italianas, este talentoso cantante y productor ha conquistado el corazón de millones de personas, convirtiéndose en uno de los artistas más exitosos de la música en español, con aproximadamente 100 millones de discos vendidos en todo el mundo.
Su estilo vocal distintivo y su imponente presencia escénica acaban de lograr que su gira sea reconocida como la más exitosa de América Latina en la historia, con 146 conciertos en poco más de un año y ganancias que superan los 318 millones de dólares, de acuerdo con Billboard.
No obstante, lo que lo hace verdaderamente único no son solo sus logros, sino sus manías, tanto en el escenario como fuera de él. En Clase, te presentamos algunas de las peculiaridades dentro y fuera del escenario más destacadas del cantante.
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A pesar de haber realizado más de 141 conciertos, Luis Miguel no se salta la prueba de sonido. Este ritual asegura que cada presentación sea precisa y refleja su compromiso con la calidad. El intérprete de Hasta que me olvides busca la perfección en cada una de sus presentaciones.
El cantante es conocido por esperar a que el recinto esté lleno antes de iniciar el espectáculo. Esta cortesía hacia sus fans ha generado una gran expectativa y demuestra su respeto por quienes lo siguen. Y si llegan a existir retrasos, no es por él, sino por la logística del evento.
LuisMi utiliza un dispositivo con antena para regular la orquesta, adaptando el sonido a sus necesidades. Además, cuenta con monitores que muestran las letras de las canciones, asegurando que no las olvide durante su actuación. Su meticulosidad lo convierte en un artista que controla cada detalle.
Dondequiera que se presente, Luis Miguel exige que se desmonte el escenario existente para instalar el suyo. Su equipo de más de 200 personas se encarga de un montaje que requiere gran precisión y tiempo de preparación.
El cantante se cambia de ropa dos veces durante el espectáculo. Comienza con un traje oscuro de Tom Ford y, tras el primer segmento, regresa con una camisa fresca. Este cambio no solo le da un toque de elegancia, sino que también le permite sentirse cómodo mientras se mueve intensamente.
El artista tiene un gusto particular por el agua “artesanal” de la marca Fiji y disfruta de los cortes de carne y el pescado a la “talla”. Su paladar refinado lo lleva a elegir solo lo mejor en su dieta.
Cuando visita un restaurante, sus guardaespaldas no sólo lo protegen, sino que también llevan un maletín con copas de Baccarat. Esta costumbre resalta su aprecio por lo exclusivo y lujoso.
Su elección de vestuario recae en Antonio Solito, un diseñador de trajes que entiende su estilo y le da un toque personal a su imagen pública.
Independientemente del lugar donde se aloje, Luis Miguel solicita que su habitación esté decorada con velas aromáticas de vainilla. Esta manía revela su amor por los detalles que le brindan confort y tranquilidad.
El intérprete de México en la Piel forma parte de la lista de celebridades exigentes de acuerdo a lo revelado por Informalia, medio español que asegura que el cantante "no quiere pisar donde lo hace el resto" por lo que solicita que se coloquen sábanas en el piso de los hoteles donde se hospeda para poder caminar por el lugar.
Además de ser un fenómeno musical, Luis Miguel con sus manías, nos muestra una faceta más humana y auténtica. Su pasión por la perfección en el escenario y sus peculiaridades fuera de él lo consolidan como uno de los artistas más interesantes y complejos de la música latina.
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