Amparo Serrano Espinosa era su nombre, pero todos la conocíamos como Amparín. Nació en la Ciudad de México el 31 de octubre de 1965 y lamentablemente hoy se anunció su fallecimiento, cerca de cumplir los 57 años.
La noticia cimbra a la sociedad mexicana, al mundo filantrópico, al mundo empresarial y a sus millones de fans en el mundo. Ella y su mente creativa lograron romper las fronteras para conquistar otros países con los diseños de su marca Distroller.
(Instagram)
Amparín Serrano estudió en la Universidad Anáhuac, nació en una de las familias más conocidas de la sociedad mexicana. Hija del empresario Julio Serrano (quien falleció en febrero del año pasado) y de Amparo Espinosa Rugarcía. Desde su abuelo, su familia forjó un imperio en la banca.
Creativa, alegre y con alma de niña, es la mejor forma de describir a Amparín. Trató de incursionar en la música, en el grupo Flans, pero ese no era su camino. Y qué bueno, porque después el mundo conocería su talento.
La primera vez que la entrevisté, me invitó a su estudio-fábrica de Distroller, ubicada al sur de la CDMX, que es tan auténtico como lo era ella. El lugar te recibe con una puerta que te advierte que si vas de jeta, es mejor que ni la cruces.
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El primer salón tiene un sillón enorme que sube y baja, como elevador, el cual era el lugar más cómoda para Amparín, por eso allí decidió que hiciéramos la entrevista.
Y allí, sentada en el sillón, en su trono, me contó que comenzó haciendo bolos para los bautizos de sus amigas y familiares, pero no quería hacer los mismos aburridos de siempre. Así que empezó a crear bebés con caras dulces y sonrientes. Fue cuando pensó qué pasaría si creara una Virgen de Guadalupe bajo el mismo concepto, lo hizo y el resultado encantó a sus clientes.
Así fue que nació su Virgencita Plis, por lo que registró esta creación y allí fue cuando nació Distroller, una marca dedicada a chicos y grandes, amantes de lo cute, lo tierno y lo auténtico.
Amparín Serrano era una mujer tímida, no le gustaba robar cámara. Una mujer sencilla, que disfrutaba los placeres simples de la vida. Fiel enamorada de sus dos hijas: Camila y Minnie (a quienes tuvo con el empresario David West). Disfrutaba de comer con su papá y terminar esas reuniones con un baile.
Su marca Distroller tiene presencia en varios países como Estados Unidos, España, Argentina, Colombia, Perú, Chile, Panamá y Costa Rica; así como alianzas con decenas de otras marcas que usan sus personajes como empaques, portadas o carátulas.
En aquella entrevista, Amparín me confesó que ella solamente quería seguir teniendo el alma de niña y poder compartirse con los demás a través de Distroller porque "la vida se vive al máximo o no se vive", jamás olvidaré sus palabras. Y lo consiguió hasta el último día de su vida.
Amparín, vamos a extrañarte. Descansa en paz.