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La intensa luz de Edith González se desvaneció hace exactamente un año, pero su legado y el amor que brindó a sus seres más cercanos aún palpita en cada uno de esos corazones. Sus manías, sus detalles y el valor que puso en cada momento dejaron un huella imposible de borrar. El diseñador David Salomón la recuerda como una diva cálida y muy cariñosa.
(Cortesía David Salomón para Clase)
-¿Qué es lo que más recuerdas de ella?
“Yo tuve como una situación especial con Edith en el sentido de que me tocó convivir más con una Edith ya diferente a la que yo conocía de antes. Era evidente que toda la situación de la salud nos cambia y me tocó convivir esos últimos meses con Edith de una manera muy, más cercana, más cálida, más abierta. Era inevitable que Edith tuviera ese lado de súper diva porque era una figura importantísima en el mundo del espectáculo, pero como que ya eso lo tenía en su lugar y ya las cosas personales para ella tenían más importancia. Me tocó un momento muy padre porque era Edith González así, a corazón abierto, y eso nos acercó más, nos hizo tener unas jornadas de trabajo supercálidas, superllenas de cariño, divertidas. Edith estaba exprimiéndole a la vida todo lo que la vida le pudiera dar y eso era una tremenda lección y un tremendo mensaje”. Leer también: Edith González: así era en la intimidad, a un año de su fallecimiento
-¿Qué nos puedes decir de cómo era la Edith González detrás de cámaras, en backstage, en juntas, reuniones?
“Tremenda, Edith era una demonia, era terca, terca como nadie, era muy demandante. A ella le gustaba que siempre estuviéramos como enmueganados, todos como muéganos. Todo el tiempo vivíamos discutiendo del tema que menos te imaginaras, de el tema más tonto se armaba una discusión con Shanik, con Vane con Edith… si estábamos discutiendo Shanik y yo Edith se metía, ella tenía que ser el ajonjolí de todos los moles, entonces disfrutaba mucho eso”.
-¿Había algo en particular que admirabas de ella?
“Hay varias cosas que a mí se me quedaron mucho de Edith y una de ellas era su terquedad. Era sumamente teca, terca, terca, terca, así perseverante… ella decía ‘yo quiero subir los pies en la mesa’ que fue un tema de mucha polémica en redes sociales, pero al mismo tiempo era una mujer sumamente respetuosa porque ella sabía que a la persona que tenía junto era a mí”. Leer también: Quién es Lorenzo Lazo
(Cortesía David Salomón para Clase)
-A un año de su partida ¿hay algo que te gustaría decirle a Edith González?
“Yo lo único que tengo para decirle a Edith es gracias, gracias porque me regaló momentos increíbles, me regaló enseñanzas increíbles y anécdotas extraordinarias que atesoro con toda el alma. Creo que la lección más grande de Edith fue que la vida hay que vivirla y vivirla a full. Ella odiaba esas palabras que le ponían de etiqueta de ‘guerrera de la vida’ y a mí me comentaba: ‘me súper molesta que se refieran a mí de esa manera, yo no estoy luchando con nada, no estoy guerrereando con nada ni tengo ninguna guerra de ningún tipo’. Y sí, quienes hemos estado de alguna manera cerca de la muerte podemos entender perfectamente bien a qué se refería Edith. Yo creo que a veces cuando estamos pasando por momentos tan difíciles como el que estamos pasando ahorita, uno de los mejores consejos que Edith nos daría es dejar fluir, dejar que las cosas vayan marcando su rumbo y eso para mí es algo que voy a atesorar siempre”.
-¿En algún momento ella se veía batallando por lo de su enfermedad?
“Nunca, nunca se quejó. Nunca. Edith era sumamente profesional, nunca dio muestras de absolutamente nada y por eso cuando en su momento los medios se nos fueron encima para preguntar cómo había estado Edith, yo sé que quizás pueda ser así como rico el oír una historia dramática, pero en la realidad es que no la hay”.