La actriz y productora Silvia Pinal conquistó a muchos con su belleza y sus ganas de triunfar en el medio del espectáculo, sin embargo, hubo personas que fueron clave en su vida para que llegara a ser considerada una diva del cine de oro. Aquí te dejamos las relaciones de poder de la actriz como sus romances y amigos.
Su primer esposo Rafael Banquells fue quizá el pilar en la carrera de Silvia Pinal, pues al ser un productor de teatro y cine, guió a Silvia en sus primeros pasos como actriz. Gracias a esta relación, la actriz conoció a directores de teatro y más tarde de cine que le permitieron actuar en sus proyectos, también comenzó buenas amistades que siempre le brindaron su apoyo, por ejemplo, Mario Moreno Cantinflas, quien fue el padrino de su boda.
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Aunque su amor con Banquells no prosperó, su carrera sí lo hizo y llegó a compartir la pantalla grande con Germán Valdés Tin-Tan, David Silva, Marga López y Fernando Soler, pero su gran momento llegó en 1952, cuando fue co-estelar al lado de Pedro Infante en la película Un rincón cerca del cielo, trabajo que le valió ganar su primer premio Ariel.
Un año después conoció a otro hombre que marcaría su carrera: Gregorio Walerstein, conocido como El Zar del Cine Mexicano y dueño de estudios FILMEX, pues, según Plutarco Haza -quien interpretó al productor en la bioserie de la actriz-, Walerstein se encargó de cuidar de los escándalos a Silvia y le ayudó a protagonizar cintas dirigidas por reconocidos cineastas como Fernando Cortés, Tulio Demicheli y Alberto Gout, quien se encargó de explotar todas las aptitudes histriónicas de Silvia; también Rogelio A. González, director que unió una vez más a Pedro Infante con la matriarca de la dinastía Pinal para la comedia El inocente.
Sin embargo, uno de los directores que resaltó fue Tulio Demicheli, pues él le aconsejó a Silvia trabajar en Europa y expandir sus horizontes en la actuación, fue así como la actriz llegó a España e Italia.
A su regreso a México, la vida de Silvia Pinal estaba a punto de dar un giro, pues dos hombres llegaron a su vida para que su popularidad como actriz creciera aún más: primero fue Ernesto Alonso, quien se convirtió en su mejor amigo y que fue conocido como El Señor Telenovela. Él se encargó de presentar a Silvia y Luis Buñuel, uno de los directores más reconocidos de la época y quien tenía en puerta la filmación de Tristana, proyecto que nunca se inició. El segundo fue Gustavo Alatriste, esposo de la Pinal, él ya había trabajado con Luis Buñuel, y fue el encargado de convencer al director de grabar Viridiana (1961) protagonizada por Silvia, Francisco Arrabal y Fernando Rey.
De acuerdo con Proceso, tal fue el éxito de la cinta que no solo Luis Buñuel se consagró como uno de los mejores cineastas, sino que los actores que aparecieron en la película alcanzaron la cima, pues el prestigioso Festival de Cannes premió al filme con la Palma de Oro.
Desde ese momento, Luis Buñuel y Silvia Pinal se convirtieron en una mancuerna imparable aunque solo hicieron dos películas más: El ángel exterminador (1962), considerada una de las mejores películas de todos los tiempos por The New York Times, y Simón del desierto (1964), cinta en la que Silvia protagonizó su primer desnudo y también el primero en el cine de Buñuel.
Silvia Pinal también triunfó en el teatro con José Luis Ibáñez, quien se convirtió en su director teatral de cabecera y le dio trabajo en una de sus comedias musicales más recordadas: Mame. Incluso se grabaron discos con las canciones de las obra de teatro.
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En 1968 Silvia Pinal debutó en las telenovelas gracias a su amigo Ernesto Alonso, quien produjo Guerra de Independencia de México e invitó a la actriz a participar. Pero, sin duda, quien más la apoyó en su paso por la televisión y específicamente por Televisa, fue Emilio Azcárraga Milmo, quien fue su novio por 4 años, además, el fundador de la televisora; era el cariño que se tenían que apoyarse incondicionalmente era una factor clave en su relación, dijo Silvia Pinal en una entrevista para el programa Hoy.
Por último, en este círculo hay un lado político en la vida de la actriz, ya que su cuarto y último matrimonio fue con Tulio Hernández Gómez, quien fungía como gobernador de Tlaxcala. Él le dio a Silvia el nombre de primera dama de dicho estado de 1981 a 1987, tiempo que invirtió para desarrollar proyectos culturales, por ejemplo, la restauración de la zona arqueológica Cacaxtla y el Teatro Xicoténcatl.
Pero eso solo fue el inicio de una carrera política, pues en 1991 se convirtió en diputada federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y, más adelante, senadora y miembro de la Asamblea del Distrito Federal, puesto que utilizó para cambiar la Ley de Cinematografía con la finalidad de que se contemplara el derecho de intérprete.
Entre 1988 y 1995, Silvia Pinal fue dirigente de la Asociación Nacional de Intérpretes (A.N.D.I) de México y de 2010 a 2014 hizo lo propio con la Asociación Nacional de Actores (A.N.D.A).
Además, Diego Rivera, un reconocido muralista mexicano, pintó a Silvia cuando era joven y es uno de los cuadros más preciados de la actriz, pues no solo le recuerda su gran amistad con el pintor, sino todas aquellas vivencias de la época en que triunfó.
Estas son las diferentes facetas de Silvia Pinal, mismas que desarrolló gracias a todos los conocidos, amigos y amores que tuvo durante toda su vida y que le permitieron ser no solo una diva del cine de oro, sino también adentrarse en la política y buscar cambios para la industria del entretenimiento.