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A primera vista, Montserrat Oliver ofrece una imagen de mujer todopoderosa y digna de admiración. Pero debajo de la superficie se ocultan las historias de los momentos de su vida que la retaron y al mismo tiempo la moldearon hasta convertirla en la role model que muchos reconocen como ejemplo de orgullo.
En conversación con Clase de El Universal, la modelo y conductora profundizó sobre el duro momento que le significó su camino de aceptación como miembro de la comunidad LGBTQ+ mientras recapituló sobre su historia, sus pasos y las lecciones de vida con las que ha construido su el éxito.
Muchos te consideran privilegiada en muchos sentidos y piensan que por esa razón has tenido un camino más sencillo que los demás ¿Qué opinas sobre esta percepción?
Trabajé por lo que tengo. Nací en una familia de clase media en la que mis papás se esforzaron mucho por darnos una buena educación y que no nos hiciera falta comida, vestido y techo, pero al llegar el momento, mi papá me dijo que no podría pagarme una universidad. Yo me busqué una beca y me gradué de licenciada en Diseño Gráfico. Fue entonces que empecé a modelar, a trabajar y a luchar por lo que quería. Definitivamente no nací en una cuna de oro.
¿Te consideras un ejemplo de tenacidad y esfuerzo?
Sí. Imagínate que cuando tenía vacaciones del colegio, mi mamá desde el día uno me decía que no iba a estar sin hacer nada. Yo le decía que cómo me iba a poner a hacer cosas si ya los tenis se me habían roto. Su repuesta era que me comprara otros, y cuando yo le preguntaba que con qué dinero, ella me respondía que me lo ganara trabajando. Me ofrecía pintar una barda o arreglar algo en la casa y con lo que me pagaba me comparaba los tenis. A mí desde chiquita me enseñaron el valor del esfuerzo.
¿Qué mensaje le envías a las personas que ven en ti un ejemplo?
Que hay que esforzarse. Los sueños se hacen realidad, pero hay que trabajar para conseguirlos. No importa si te caes una, dos o mil veces, incluso si sientes que ya no te puedes levantar, sí puedes y con eso te haces más fuerte. Que no se rindan.
¿Cuál ha sido el momento más retador para ti?
El mayor reto es ser mujer. Desafortunadamente, por mucho que hayan cambiado las políticas y la ideología y las conductas, hay pensamientos que permanecen. Por ser mujer te ven menos. De aquella Montserrat de 15 años a la que le decían que calladita se veía más bonita, que solo se parara frente a la cámara y modelara pero que no dijera una sola palabra, a la que soy hoy, ha habido mucho trabajo de maduración que tuve que hacer quisiera o no. Para las mujeres demostrar que tenemos la misma capacidad que cualquiera es una constante y es un reto de todos los días.
Por otro lado, está el tema de que primero me casé, luego me divorcié y luego cambié de rumbo. Esto por la necesidad de aceptarme con otra orientación sexual y ahí el reto principal fue superar el miedo a que me juzgaran, me señalaran y me etiquetaran únicamente a partir de eso, dejando de lado todo lo que soy y he logrado en términos generales. Ese momento de aceptación fue uno de los más retadores de mi vida.
¿Qué significado le das a tu apariencia física?
Creo que el problema es que te vean como un objeto y que se creen una opinión de ti solo por cómo te ves. Dicen que el físico te abre las puertas, yo diría que sirve nada más para que te dejen pasar más rápido en el antro, pero que también te cierra muchas otras porque te encasilla y te quita oportunidades.
¿Dirías que no le temes a los años, sino que los aprovechas?
Cada vez te vas conociendo mejor y trabajando por lo que quieres con mucha más seguridad. El tener caídas y darte cuenta que, una vez que te levantaste, eres capaz de salir adelante y agarrar fuerza, te ayuda a ver que todo mejora eventualmente. Te hace valorar la experiencia y los años.