Sheynnis Palacios, Miss Universo 2023, es la primera nicaragüense que gana este certamen, el cual se lleva a cabo desde hace 72 años. La mujer más bella del mundo nos recibió en la suite donde se hospedó en la Ciudad de México, muy temprano, lista para sincerarse.
Ella estuvo en nuestro país para anunciar oficialmente que el certamen de 2024 será llevado a cabo en nuestro país y que un mexicano, Raúl Rocha Cantú, a traves de su empresa Legacy Holding, se acaba de convertir en copropietario de Miss Universo al 50%, junto a la tailandesa Anne Jakrajutatip.
Sheynnis es una mujer que, a sus 23 años, sabe muy bien qué quiere en la vida, además de estar comprometida con la causa de la salud mental, ya que ella misma ha padecido de ansiedad en diferentes etapas de su vida.
Ve aquí el video de la entrevista:
Mi vida no cambió de la noche a la mañana, pero sí gradualmente desde el momento en que decidí participar en Miss Nicaragua, iba con el propósito de representar a mi país y sabía que para lograrlo traía mucho apoyo de la gente.
Ya en la competencia final, en El Salvador, sí sentí que mi vida iba a cambiar, no sabía si como Miss Universo, como primera finalista o como parte del todo, pero sí sabía que después de Miss Universo iba a haber una nueva etapa en mi vida y Dios me bendijo siendo la primera ganadora de Nicaragua y la primera centroamericana que gana en Centroamérica. Así que ha sido maravilloso para mí, para mi familia, por supuesto para mi país, y para todas las personas que me apoyaron y creyeron en mí.
Considero que los certámenes de belleza son parte del expresarte, de alzar tu voz y de que se conozca el liderazgo de la mujer. Desde muy pequeña, participaba en todos los actos culturales de mi colegio, bailando, declamando, haciendo cualquier participación y luego se me presentó la oportunidad de representar a mi grado cuando estaba en secundaria.
Gané e inicié mi recorrido por los certámenes de belleza; me fui formando y me encantó la experiencia. Cuando entraba a los concursos y después terminaba mi etapa como reina, era una nueva Sheynnis con fortalezas que ahora distinguía y podía trabajar. Me gustaba conocer un más sobre mí y el potencial que tenía para trabajar y convertirme en un mejor ser humano.
Cuando decidí participar en el primer certamen de belleza importante en mi país, mi mamá me dijo, literal: “No vas a participar, estamos atravesando una crisis económica, no tengo el dinero y tenemos que pagar muchas cosas, prefiero pagar otras necesidades de la casa y de tu hermano, tuyas o de mi mamita”. Yo le dije “Por favor mamá, por favor”, y ella me dijo “Bueno, manda el formulario, pero no vas a quedar, (yo era menor de edad y necesitaba su autorización)”. Ya había intentado mandar el formulario a escondidas de mi mamá dos días antes, pero me lo rechazaron por ser menor de edad.
Me llamaron y me dijeron que estaba invitada al casting, mi mamá me contestó que no creía que quedara entre tantas niñas, pero quedé como candidata oficial.
Luego de esto me dijo: “Quiero prepararte por si no llegas a ganar, quiero que me llores a mí, quiero que te sientas bien por el trabajo que has hecho, hiciste un trabajo impecable, pero si no llegas a ganar, va a haber otras oportunidades”.
Más allá de la corona, hay muchas metas y propósitos. Mi mamá siempre ha sido esa persona que me ha sometido a la realidad, que me ha dicho: “Esto es lo que estás viviendo, esto es lo que tienes, pero no significa que te vas a limitar. Al contrario, te tienes que esforzar por continuar trabajando en la persona que quieres llegar a ser en el futuro”.
Ella ha sido quien me ha alentado, motivado y también quien me ha echado un balde de agua fría cuando lo necesito, porque soy una mujer muy fantasiosa, pero nunca, nunca me ha cortado las alas. Al contrario, me dice: “Vuela alto porque te puedes comer al mundo, y cuando te caigas yo voy a estar ahí para agarrarte y volver a alzarte al cielo’. Mi mamá siempre ha estado ahí para mí, al igual que mi abuela y mi hermano.
Lloré, me frustré y dije: “Mi mamá no cree en mí, no quiere que gane, ¿por qué no me está apoyando?”, pero realmente me estaba preparando para dar dos pasos adelante.
No me estaba haciendo un cuento de fantasía porque si no llegaba a ganar me iba a poner muy mal y quizá, en un momento de frustración, empezar a agarrarle tirria lo que ahora es mi pasión, soy comunicadora.
Siento que mi mamá nunca lo hizo como algo negativo, al contrario, lo hizo para protegerme. Aparte que los papás no tienen un manual de instrucciones para criar a sus hijos y lo hacen lo mejor que pueden con lo que tienen a su alcance.
Eso sí, por tres años me sentí resentida y le decía: “Gané, ¿ya viste? Y no creías…” y solo se reía, hasta que una vez me lo confesó: “Yo nunca te lo dije porque no creyera en tus capacidades, siempre creí en ti, solo te quería preparar por si en algún momento pasaba lo contrario, que no te tomara de sorpresa”.
No hace mucho tiempo, hace apenas tres meses, me di cuenta de que tengo un don y es el de resolver lo que sea que se me presenta. Yo nunca veo el lado negativo, siempre digo: “Esto está pasando por un por qué y un para qué, con un propósito que muy pronto voy a descubrir”, ya sea en enseñanza o en encontrar una nueva parte de mí.
Miro a mi pasado y digo: “Si logré todo esto, por qué no lograr lo otro”, o ha habido gente que me dice:”Ya no vayas, para qué, ya estás bien aquí”, pero yo me digo “es que yo quiero más”. Uno quiere alcanzar sus metas, sus sueños, no quiero quedarme estancada en la zona de confort. Soy muy joven, y mi mamá siempre me dijo “te puedes comer el mundo si lo deseas”.
Así que estoy aquí, alzando la voz con una plataforma de gran impacto a nivel internacional, dándole el enfoque que se le quiere dar de integridad, empoderamiento y liderazgo. Cómete al mundo, pero hazlo buscando dejar un legado y con un propósito positivo para la sociedad. Estoy aquí y siento que fueron palabras de profeta.
Cuando eres pequeña, siempre están los niños que se burlan de ti. Por 11 años fui hija única, entonces mis amigos tenían hermanitos y se burlaban porque yo era la niña consentida.
Mi mamá siempre me daba —dentro de sus posibilidades— todo lo que podía darme, pero cuando llegó la etapa de mi adolescencia, a los 16 años, se quedó sin empleo y todas esas cosas lindas que podía brindarme, todos los alcances que tenía para darme comodidades, obviamente se cortaron de una sola vez, porque se quedó sin ingresos y teníamos que subsistir, cubrir la comida, estudios, ropa, luz, agua… todo lo que se necesita, que es una prioridad, pero cuando tienes 16 años te pesa tener que repetir mochila, zapatos…
Era becada en un colegio de mucho prestigio, de los hermanos lasallistas, porque me esforcé mucho en mis estudios. Siempre me dije que yo quería terminar de esa manera en el colegio, siendo una estudiante becada, y lo logré.
Gracias a Dios que me brindaron esa beca, porque al quedarse mi mamá sin trabajo, yo hubiese tenido que dejar de estudiar. Siempre digo que las cosas pasan por algo.
Mi mamá inicia un proyecto muy lindo que es la venta de delicatessen en Nicaragua, de postres nicaragüenses, los famosos buñuelos. Mi mamá me decía que cuando el trabajo es digno no hay por qué avergonzarse, al contrario, cuando se trabaja con pasión y amor por tus sueños, eso debe ser su mayor motivación porque en algún momento te va a ser retribuido.
Hubo muchos momentos en los que me entró la frustración y decía: “Señor, ¿por qué si somos gente buena, que quiere salir adelante, nos pasa esto?” Pero nunca me imaginé la bendición que me estaba esperando tan poco tiempo después.
Sí fue un momento que me dio muchas lecciones, la principal era agradecer las pequeñas cosas, que justamente fue mi respuesta en Miss Universo, porque en ese momento agradecíamos tener pan para comer en la mesa, tu familia con salud, el amor de tu gente, que es algo que no se puede pagar ni con millones. Ahí fue cuando también me di cuenta de que lo más importante es la unión familiar, cuando te apoyan y vas tras tus sueños, creéme que se pueden volver realidad.
No cambiaría nada, siento que cambiar aunque fuera un detalle de mi pasado, alteraría lo que soy hoy, lo que me está pasando. Cada elección y cada enseñanza en los últimos cinco años me ayudaron a fortalecerme como ser humano, como mujer. Ahora puedo decir que me conozco, que sé quién soy, qué es lo que quiero y a dónde quiero llegar.
Soy una mujer muy proactiva, me encanta pasar el día haciendo muchas cosas, no soy alguien que se detiene, soy muy disciplinada, enfocada, organizada y algo que es una cualidad muy mía es que soy una mujer resiliente, que a pesar de las circunstancias siempre voy adelante.
Pasó y ya pasó, ¿qué viene después?, ¿qué voy a hacer después para que todo sea diferente? Nunca me doy por vencida, aunque tenga un no por delante, y es el mensaje que quiero mandarle a las mujeres y a las niñas, que a pesar de que tengan el no, vayan en busca de lo que quieren, porque tu voz interna lo que te dice, es realmente por algo. Todos venimos con un propósito, no lo minimicen, porque todos venimos a dejar una lección, un granito de arena para la construcción de nuestra sociedad.
Soy muy dormilona y me duermo dónde sea. Hay una anécdota cuando estaba en la semifinal en Nicaragua, era un momento de mucha tensión y yo me desvelaba mucho tratando de tener todo bajo orden. En una sesión de fotos me metí debajo de la mesa y la cubrí para dormirme, todo el mundo me estaba buscando y alguien se sentó, movió sus pies y sintió algo, fue como se dieron cuenta que estaba dormida debajo de la mesa.
Otra de mis debilidades es que considero que soy impaciente, cuando no sucede algo empiezo a frustrarme, sobre todo porque se vincula a mis episodios de ansiedad.
Tener ansiedad no es como tener una enfermedad, en realidad es una emoción más, pero sí soy impaciente, y este año dije “es el año de la paciencia”, el año de fortalecer esa cualidad.
La unión, la fe, mi familia me inculcó el creer en Dios, en creer en las cosas que tiene preparadas para mí. Yo veo solo una flor y él me tiene un jardín lleno.
Otro de mis valores es agradecer todo, desde que me ayuden a cruzar la calle, o a abrirme la puerta, o un vaso con agua, cuando empezamos a agradecer de corazón, Dios te retribuye todo.
La persona agradecida tiene un corazón noble y siento que mi familia me hizo ser así. Soy muy feliz de haber nacido donde nací, en esa casita llena de amor, de tanta unión y sobre todo, de tantas personas que querían lo mejor para mí.
Por mucho tiempo me sentía insegura con mi altura, siempre me estaban molestando al decirme: “¿Cómo está el aire allá arriba?” o “No me puedo tomar una foto contigo porque eres muy alta”, cosa rara en Nicaragua.
Yo era como un gigante y decía “no quiero ser alta ni usar tacones”, pero después me di cuenta de que era una fortaleza y empecé a amar mi altura, mi color de piel. Por mucho tiempo odié mis labios gruesos y hoy me amo tal cual soy.
El profesional como comunicadora es tener mi propia productora audiovisual, sé que se me da muy bien estar frente a las cámaras lo cual he trabajado por muchos años, pero mi pasión es el detrás de cámaras: producir, innovar, crear...
Y mi sueño como mujer es ser feliz, lo soy, pero quiero seguir así, tener una familia, un hogar con los buenos principios que mi mamá y mi abuela me brindaron.
Hay muchos planes, uno de ellos es viajar alrededor del mundo y a través de las plataformas de Miss Universo, que todos puedan ver las bellezas que existen.
Continuar con mi labor social, mi causa con la salud mental, mi bandera de realmente ayudar a las personas que están atravesando problemas con la ansiedad y, por supuesto, crear cambios significativos que no están en la corona y la banda, sino que están en el servicio a los demás. Me gustaría que me recuerden como la reina del pueblo, de la gente, con la que se sintieron identificados con la historia de vida, gracias al legado que estoy dejando.