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La libertad es un valor muy importante. Luchamos individual y colectivamente por ella creyendo que está afuera, que es el otro quien nos la coarta. Y no siempre es así.
Nos damos cuenta de que la perdemos cuando nuestra capacidad de elección se ve limitada por alguna circunstancia externa o interna. Por ejemplo: tocas el cláxon y alguien te pide que dejes de hacerlo. O vas a comerte una hamburguesa y te acuerdas que no te entran los pantalones.
Sabemos que somos libres en el instante que requerimos elegir. Pero ¿por qué nos cuesta elegir?. Según César S. Fuentes, psicoterapeuta, existen tres razones principales:
1. Nos da miedo la libertad al no tener a alguien que nos dirija. Este puede ser el típico caso en el que un hijo le pide a sus papás regresar más tarde de la fiesta. Si le dicen una hora, se va a rebelar si no es la que quiere y si le contestan “haz lo que quieras”, el adolescente siente un peso porque ya la responsabilidad está en él y no hay a quién echarle la culpa.
2. Nos aterra elegir, porque desconocemos el resultado y el miedo a equivocarnos nos da incertidumbre.
3. Hemos vivido tanto tiempo en la no coherencia que acercarnos a la coherencia nos da temor.
Entonces lo que hacemos es evitar a toda costa elegir. Un punto importante además es que la libertad implica una responsabilidad. A mayor libertad, mayor será la responsabilidad y por lo tanto el compromiso.
Este temor a equivocarnos y a sentir el peso tan grande de ser responsables de nuestras elecciones se da por los patrones negativos y las creencias limitantes que tenemos acerca de nuestro poder de elección.
El chiste aquí es transformarlos para elegir lo que sea mejor para nosotros. Permitirnos cometer errores y asumir con madurez las consecuencias.
La libertad es uno de los regalos más grandes que tenemos los seres humanos y usarla con conciencia nos llevará a tener una mejor calidad de vida.