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¿Quién lo diría? Una genio del ajedrez, juego cuyos adeptos no se distinguen precisamente por su glamour, se ha convertido en la nueva role model en materia de moda.
Beth Harmon (Anya Taylor-Joy), la protagonista de la popular serie “The Queen’s Gambit” (“Gambito de dama”, en español), de Netflix, es un as del juego (¿deporte?), pero también es como muchas de nosotras: le gana el amor por la ropa linda.
Una de las razones por las que la serie se ha hecho tan popular es, sin duda, los looks de Beth. La moda de los 60, lo sabemos, fue un parteaguas. De las prendas restrictivas y exageradamente acinturadas de los 50, que generalmente requerían fajas, ligueros (no de los sexy, sino de los incómodos) y amplias crinolinas que incluso se ponían sobre un fondo, se pasó a las minifaldas, los vestidos de tejido de punto –mucho más cómodos de usar—y en general, a un estilo mucho más bohemio y libre, representado fielmente en “Gambito de dama” por la estilista y vestuarista alemana Gabriele Binder, responsable, entre muchos otros créditos, de la sobria moda del maravilloso filme “La vida de otros”.
La forma en la que Beth se viste a lo largo de la serie es todo menos casual. Para empezar, su estilo evoluciona con ella, y a lo largo de su desarrollo, muchos de sus outfits reflejan la dualidad geométrica y blanco y negro del tablero de ajedrez. Su look final emula, con total estilo, a la mismísima reina.
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“A primera vista, el ajedrez y la moda no tienen nada qué ver, pero los jugadores eligen qué ponerse y por qué ponérselo”, dice Gabriele Binder al “New York Times”. Y, de acuerdo con ella, su elección es importante, pues “les trae buena suerte o una experiencia positiva”.
En los 60 había muy pocas jugadoras profesionales de ajedrez, y los jugadores se vestían “como geeks o nerds” dijo Binder al NYT, hombres y mujeres por igual, pero ella eligió que Beth fuera muy diferente.
Binder tomó su inspiración para el personaje de íconos del estilo de la época como Diana Rigg, Jean Seberg, Edie Sedgwick y diseñadores como Cristóbal Balenciaga y Pierre Cardin, quienes lideraban la vanguardia en la época. Por otra parte, por lo menos una docena de los looks de Beth recuerdan en forma indirecta y un tanto velada al tablero de ajedrez.
En un principio, sus elecciones en prendas son tímidas y modestas, como ella –un ejemplo es el jumper de cuadros con una camisa blanca abajo—para irse haciendo progresivamente más chic y glamourosa, con el vestuario propio de una estrella naciente (aunque sea del ajedrez), que acude a torneos en París y Moscú. Finaliza con un abrigo y sombrero blancos, una referencia --no tan oculta-- a la mismísima reina del tablero.
¿Y lo demás?
Un complemento indispensable del look de Beth es el maquillaje, súper emblemático de esa era. Gracias a él se hace más natural la transformación de huérfana desamparada a sofisticada estrella del ajedrez y se usa como un discreto pero muy efectivo recurso para subrayar sus estados de ánimo. Desde el maquillaje corrido de sus terribles resacas, hasta las líneas súper marcadas de su época más rebelde.
“Hice el maquillaje muy exagerado a propósito” dice Binder, “es una forma de decir que Beth está fuera de su elemento. Su imagen no debía concordar con la de una jugadora de ajedrez, sino decir ‘ésta soy yo, y soy frágil’”.
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Moda y ajedrez
No es la primera vez que este juego y el glamour hacen conexión. En 2005, Alexander McQueen, el desaparecido genio del diseño, creo una colección basada en sus piezas. En la presentación se proyectó un tablero sobre la pasarela y las modelos eran cada una de las figuras. Después, en 2010, la firma de los Países Bajos, G-Star, abrió un desfile con el jugador Magnus Carlsen en un partido sobre la pasarela. En ese año, él fue la imagen de su campaña de publicidad.
Sin embargo, los jugadores profesionales –hombres y mujeres--, siguen prefiriendo en la actualidad prendas simples y francamente aburridas que no distraigan a nadie de lo que está ocurriendo en el tablero, pero, puede ser que “Gambito de dama” logre cambiar eso.
Netflix creó, en conjunto con el Museo de Brooklyn, una exposición virtual con el vestuario de la serie y el de “The Crown” (“La corona”), en el que se pueden observar las prendas de Beth Harmon en todo su esplendor, y, ciertamente, no hay nada ni remotamente ‘nerdy’ por ahí.