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En este mundo seguimos la regla de la mayoría:cuando más personas apoyan algo, entonces se entiende que eso es lo mejoro lo que está bien. Como ésta es una realidad de polaridad, vivimos en un constante juicio, tanto de los demás, como de nosotros mismos. Y la regla se aplica a todo, incluyendo a la ciencia. Por ejemplo: un medicamento sale cuando se ha probado en un número determinado de personas y en la mayoría funcionó. Entonces ¿qué pasa cuando tú eres de la minoría? ¿Eso significa que necesariamente estás mal? ¿O que tu cuerpo no funciona?
Y así puedes usar este ejemplo en cualquier aspecto: la mayoría de tus amig@s ya se casaron, por lo tanto tú estás mal si no lo has hecho o peor aún, si no te llama la atención hacerlo. O en tu familia los hombres son abogados y a ti te gusta la arquitectura, por lo tanto te juzgan y te juzgas por eso. Tenemos el juicio “en la punta de la lengua”, cuando en realidad no tendríamos por qué juzgar. ¿Qué tal que la mayoría solamente significara que más personas se inclinan hacia X circunstancia o situación? Eso y nada más ni nada menos que eso.
La carga tanto positiva como negativa que le damos a las cosas es lo que nos estanca y nos hace sentir erróneos o ver a los demás como equivocados. Cada vez que tomamos esta postura competimos por ver quién tiene la razón. Y aquí hay solamente dos posturas: o estoy bien y el otro está mal o viceversa. La moda es también un conjunto de personas que decidieron que las cosas tienen que ser de cierta forma:se tienen que ver así o no se tienen que ver a sí. ¿Y es verdad eso? ¡Claro que no! Simplemente ve cuadros de artistas de otros siglos: los cuerpos que se consideraban bonitos eran muy distintos a los que hoy en día buscan las personas.El punto aquí es que cuando te das cuenta de que todo es u n a opinión o una manera subjetiva de ver las cosas y que no tiene nada que ver contigo, cuando haces esa conciencia es cuando realmente puedes sentirte feliz, con alegría y ligereza en tu vida.Nos gusta pertenecer y por miedo a ser rechazados, preferimos juzgarnos y tratar de encajar a toda costa.
De las cosas que más me maravillan del mundo es la diversidad: las miles de formas que hay tanto en la naturaleza, como en los pensamientos o posturas y esto incluye las propias. ¿Qué tal que pudieras honrarte a ti y al otro cuando reconoces esta diferencia en vez de apuntar con el dedo y tener que tener la razón a toda costa? ¿Y si no estuvieras mal? ¿Y si el otro no estuviera mal?