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Aunque como adultos se supone que tenemos las riendas de nuestras vidas, a veces somos nuestros propios carceleros
Cuando éramos niñ@s teníamos una alegría natural, estábamos descubriendo el mundo y nos divertíamos haciéndolo. Empezamos a crecer y nos fueron imponiendo reglas, a comunicarnos todas nuestras obligaciones: “Tienes que recoger tu cuarto”,“Tienes que hacer tarea”,“Tenemos queira casa de tus abuelos”… Desde ese momento nos dimos cuenta que las cosas ya no eran tan divertidas, sino que tenían un peso: el de la obligación.
El punto aquí no es debatir si está mal educar a los niños; mi reflexión está enfocada más bien al cómo. Muchas veces es más fácil imponer una regla desde un lugar de autoridad, que enseñar para qué sirve o de qué manera le podría ayudar al niño lo que le estás diciendo.
En tu vida, ¿en cuántos lugares estás funcionando hoy desde el ’tengo que’? ¿Cuando lo lees te suena ligero? ¡Por supuesto que no! Vivir ahí es como traer cargando en nuestras espaldas la piedra del Pípila. Estar ahí nos hace sentir impotentes, creemos que no hay otra opción más que esa. ¿Y qué tal cuando somos nosotros mismos los que nos imponemos esa carga? Como adultos, se supone que ya tenemos las riendas de nuestras vidas y a veces somos nosotros quienes nos metemos en una cárcel y nos convertimos en nuestros propios celadores, olvidando que también tenemos la llave para salir de ahí. ¿Qué tal si hoy, como adulto, quitaras esas dos palabras de tu vocabulario? ¿Qué tal si pudieras cambiar el sentido de la obligación por otro que realmente te hiciera sentir poderos@?
Imagina tu día: “Tengo que ir a trabajar,tengo que ir al súper,tengo que pagar la renta, tengo que hacer la tarea”. Si te despiertas con esa lista de pendientes en mente, creo que más bien te dan ganas de volverte a meter a la cama a dormir
¿Y si le dieras la vuelta? Usemos estos ejemplos: ¿Para qué vas al súper? Para tener comida en tu despensa. ¿Qué es lo que en realidad quieres? Tal vez abrir la despensa y ver que hay opciones para puedas desayunar delicioso, ¿cierto? ¿Y si mejor te conectas con eso? Voy al súper para desayunar, comer y cenar lo que me gusta. Y así con todo, una vez que cambias la obligación por un acto de voluntad, tu vida será más placentera otra vez.Mi invitación esta semana es que busques todos los lugares en tu vida en los que estás echándote encima un peso innecesario y que tomes las riendas, que encuentres la diversión en todo y que te des cuenta cómo con algo tan fácil como esto, tu vida puede cambiar.