He estado escribiendo mucho acerca de la maravilla que es hacer preguntas para abrirnos a posibilidades. Tal vez no me creas, porque a nuestra mente le gustan los retos, las cosas difíciles y como esto es tan sencillo, ¡le da flojera! Preguntar es una de las herramientas más poderosas que existen. Al hacerlo, abrimos la puerta a opciones que ni siquiera sabíamos que existían. Haz preguntas sin buscar respuestas, como dice Gary Douglas, fundador de Access Consciousness: “La pregunta abre posibilidades, las respuestas las cierran”. Esto es porque si ya te gustó algo, te quedas ahí. Pero ¿qué tal que había algo mejor esperándote?
Siempre he sido muy curiosa y preguntona, ahora que conozco y vivo ese poder que tienen las preguntas, me estoy divirtiendo muchísimo más. Preguntas y tal vez te dicen que no, ¿y qué tal que te dicen que sí? El chiste es el gozo de hacerlas SIN EXPECTATIVAS, eso es lo que crea la frustración y los topes. Siempre, siempre hay algo mejor.
Hace unos días fui a una venta de una tienda departamental. Me estoy mudando de casa y había comprado un sillón. Me hablaron por teléfono para decirme que me lo habían marcado mal y que tenía saldo a favor. Así que fui por mi cambio. Estando ahí vi que había unas monedas que podría intercambiar por regalos. Como era el último día, ya la mayoría se habían terminado. En eso encontré que uno de los productos disponibles era un procesador de alimentos que yo quería para hacer un pastel delicioso. Cuando llegué a la caja, resulta que me faltaban 41 monedas ¡y yo quería hacer mis pasteles! Le pedí al señor que me ayudara y me dijo que no podía…
Así que ante el asombro de él y de muchos que estaban junto a mí, empecé a decir en voz alta carcajeándome: “¿Quién me regala 41 monedas?” Todos rieron conmigo y las señoras de mi derecha tenían sobrante y que me regalan no 41, sino ¡78! Las abracé y pedí mi aparato. En eso me doy cuenta que la persona de mi izquierda quería también el suyo, así que le di las monedas restantes. Y se me ocurrió un juego: propuse que todos diéramos las monedas que nos quedábamos a la persona junto a nosotros para ver cuántas le llegaban al último. Tal vez hasta un regalo completo le daban y así empezamos todos riéndonos y pasando nuestras monedas. Me acordé que hace unas semanas escribí “el cielo es cuando tú le das al de la izquierda y el de la derecha te da a ti”. ¿Estás dispuest@ a ser la magia que crea el cielo en la tierra?