The Bright Side| 29/10/2015 |12:00 |The Bright Side | Actualizada
04/03/2020 13:00

Hace poco más de un año, me sentía como en una rueda de la fortuna de la que no podía bajarme. Me había convertido en la antítesis de lo que yo quería ser y esto era evidente para las personas que me rodeaban. Mi trabajo era el eje director de mi vida. El vaso se había desbordado y no sabía qué hacer. Algo dentro de mí me decía que estaba cerrando un ciclo, pero no encontraba el momento de concluirlo. Después de algunos meses de meditar en el tema, encontré la señal que me indicaba el término de esa etapa. Me sentí segura, la abracé y comencé a hacer los cambios y a despedirme internamente. Una voz  me decía que mi camino iría por otro lado, aunque no sabía por dónde.

Lo impresionante fue que una vez que tuve claro el “qué”, el “cómo” se dio solo. Los eventos fueron acomodándose y de pronto todas las piezas del rompecabezas encontraron su lugar. Tomando un chai latte, me cayó, como un centenario (más que un veinte), un cúmulo de ideas de lo que sería mi proyecto de vida. Lo que le daría sentido. Decidí que haría todas las actividades que me hacían feliz y las compartiría: escribiría, daría clases, practicaría profesionalmente como terapeuta, coordinaría cursos y seguría con mi camino en ventas, pero con una actitud distinta. Ese día nació el proyecto de “En mi mejor versión”. Y puse manos a la obra: contacté amigos, colegas, maestros y como por arte de magia, las cosas empezaron a tomar forma. Aparecieron personas que se unieron al proyecto y me apoyaron a dar los pasos necesarios para hacer realidad mi sueño. Por supuesto, sentía miedo, pero era mucho más fuerte la certeza de que estaba en el camino adecuado. Hoy esa idea es una realidad. Hoy cumplo un año escribiendo en este espacio y compartiendo experiencias y temas con la finalidad de inspirar a quienes como yo, han estado en búsqueda y queremos ser mejores personas cada día. También son tres los talleres que imparto y habrá más. Tengo la fortuna de seguir preparándome y regresé a trabajar a un lugar que siempre sentí como mi casa. Hoy dedico este espacio a todos y cada uno de ustedes que me leen cada semana, a mis maestros, a Diana Penagos por contribuir a manifestar mi sueño de escribir, a Eugenia Correa y a María de Lourdes Valencia de CLASE, a mi familia, amigos, colegas y ex colegas, consultantes, a todas las personas que han creído en mi. Doy gracias a Dios por permitirme cumplir mi misión de servir, conectar, comunicar amor a todos los que me rodean y por la oportunidad de compartir con todos ustedes ¡¡¡que los sueños sí se pueden cumplir!!! ¡Gracias desde lo más profundo de mi corazón!

¡Gracias!
¡Gracias!