Con frecuencia, cuando algo nos gusta, tratamos de alargarlo lo más posible y, por el contrario, cuando se trata de una situación que nos molesta, dirigimos nuestros esfuerzos en cambiarla a toda costa. Parece algo muy normal, sin embargo, en ninguna de las dos opciones estamos presentes con lo que realmente está sucediendo, más bien brincamos hacia el futuro, ya sea para sostener lo que consideramos bueno o para eliminar lo que creemos malo.
Y no es que esté mal aspirar a algo mejor, no estoy hablando de eso, el problema radica cuando al resistir lo que estamos viviendo, usamos toda nuestra energía en lo que rechazamos e incluso perdemos de vista todo lo demás que hay en nuestras vidas por estar enfocados en evitar lo que nos molesta.
Hay veces en las que cambiar algo no depende solamente de nosotros, sino de la elección del otro. Por ejemplo en una pareja: encuentras a alguien que aparentemente tiene todo lo que tú deseabas en alguien, “pero” ciertas características no te gustan y lo único que haces es enfocarte en desear que “eso” sea como tú quisieras que fuera.
Lo mismo puede suceder en un trabajo o en cualquier otra circunstancia de la vida. Pierdes la perspectiva de todo al obsesionarte con “si tan sólo esto fuera distinto”. Lo que queremos cambiar muchas veces proviene de ideas de nuestro pasado en las que tal vez vivimos algo parecido a lo que deseamos hoy. Y al traerlo al presente se convierte en un estorbo que no nos permite percibir lo que realmente está sucediendo en este momento. Esto nos causa ansiedad ya que por más esfuerzos que hacemos a veces las cosas o las personas no cambian ni al tiempo en que nosotros quisiéramos ni de la manera en la que nos gustaría.
¿Qué hacer? Observar la situación tal y como se presenta, sin rechazarla y sin alinearte con ella. No se trata de estar ahora buscando todo lo maravilloso que podría darte, porque a veces de verdad parece que no hay nada y ahora tus esfuerzos los encaminarás a encontrar a como dé lugar lo lindo que puede haber. El ejercicio en estas circunstancias es simplemente el estar con lo que es, con lo que hay, sin juicio, en silencio. No lo tienes que abrazar, ni tampoco que rechazar. Simplemente estar. A ver qué pasa contigo, más que con lo externo.