Desde pequeños nos enseñan a “comportarnos debidamente”, nos dan lineamientos acerca de lo que podemos ser o no ser, decir o callar y poco a poco vamos silenciándonos.
Es como si nos pusiéramos máscaras y nos fragmentáramos de acuerdo a la situación. ¿Cuándo perdimos nuestra voz?
¿Y qué tal que ahora fuera el momento de salir al mundo y quitarnos todos los juicios que tenemos de nosotros mismos y que no son más que una proyección de lo que los demás ponen en nosotros? ¿Y qué tal que lo que más juzgas de ti es verdaderamente tu potencia?
Y no me malinterpretes, no se trata de salir a gritar quién eres. Tu voz tiene muchos matices y el silencio es uno de ellos. Pero hablo de un silencio que dice mucho.
Cuando estás verdaderamente abiert@ a ser tú en toda tu grandeza, no habrá nadie que te detenga. Eres el líder de tu vida sin importar si alguien te sigue o no. Estás eligiendo lo que va a contribuir a que tengas una vida más grandiosa y es ahí cuando te vuelves una invitación para que otros hagan lo mismo.
Una de las formas en las que puedes iniciar es estando dispuest@ a reconocer que tal vez todos los juicios y decisiones que tienes acerca de quién eres, son solamente puntos de vista. ¿Podrías iniciar dándote un par de horas o días simplemente con la disposición de dejar ir todo lo que hasta hoy has decidido que te define?¿Qué tal que eres mucho más que eso? Cuando lo haces te das la libertad de crearte todos los días. Es como empezar con una página en blanco.
E invita a la tierra a contribuirte. Te comparto un ejercicio: Pon tus pies firmes sobre el suelo, siente tus pies en él, ahora siente tus pompas en la silla en la que estás sentad@ y posteriormente coloca tus manos en tus piernas, en el ombligo o en tu cara. Este ejercicio te toma unos segundos y te hace estar realmente presente. Ahora percibe energía que entra desde la tierra hacia tus pies u sube por cada parte de tu cuerpo, saliendo por la coronilla y después hazlo en dirección contraria: jala energía desde tu coronilla y llévala a través de cada molécula de tu cuerpo y sácala hacia la tierra.
La tierra no tiene juicio y de esta manera te invades de una sensación de gozo y de tranquilidad y realmente te reconoces como ese ser grandioso que eres.
¿Estarías dispuest@ a ser ese espacio de comunión con la tierra?
“Nuestra voz es la música que hace al viento atravesar nuestro cuerpo.” Daniel Pennac