The Bright Side| 14/05/2018 |16:30 |The Bright Side | Actualizada
14/05/2018 16:30

Todos los seres humanos tenemos una misión especial en nuestras vidas, independientemente del trabajo que realicemos, del rol que hagamos y del lugar geográfico en donde vivimos. La elegimos antes de llegar a este mundo y la estamos realizando en todas nuestras actividades diarias, tanto personales como profesionales. A veces podríamos sentirnos insignificantes y ver que son otras las personas quienes realmente podrían hacer un cambio en el mundo, sin embargo, cada uno tenemos ese mantra personal que nos hace únicos y que cuando nos mostramos tal y como somos, es cuando logramos hacer la diferencia a nuestro alrededor.

Nos han vendido la idea de que la competencia es real y que pareciera que vivimos en una jungla, en la que tenemos que estar alertas porque el otro nos comerá nuestras ideas, nuestros clientes o nuestros prospectos de pareja. Eso es una gran mentira. Durante siglos se ha usado que en las ciudades existan calles con distintos comercios, todos dedicados a lo mismo: la calle de los plateros, de los artesanos. Hoy en día, si vas al Centro de la Ciudad de México, por ejemplo, todavía verás que en la calle de Victoria están todos los negocios de iluminación, uno tras otro, y así hay más zonas en las que al parecer te están ofreciendo lo mismo.

¿Cuál es tu canción?
¿Cuál es tu canción?

¿Es verdad que ofrecen lo mismo? Si todo fuera exactamente igual, no tendría ningún sentido que invirtieran en un local ¿cierto?  Pues igual sucede con todos nosotros: cada uno tenemos una canción, con una frecuencia vibratoria genuina y original que no se parece a la de nadie. El problema es cuando quieres imitar la melodía del de junto o de alguien que crees que es mejor que tú. De ahí los celos y las envidias.

¿Qué tal que que tú tienes una salsa secreta que nadie más tiene? Y no se trata de ver si eres “mejor” o “peor” que los demás. Esos son solamente puntos de vista, eso es subjetivo. Pregúntate: ¿qué tengo yo que nadie más tiene? ¿qué puedo ofrecer al mundo que nadie más puede ofrecer? ¿En dónde están las personas a quienes yo puedo contribuir y me pueden contribuir? ¿Y si los logros y alegrías de los demás fueran una invitación a que tú encontraras los tuyos? ¿Qué tal que en vez de estar imitando la canción del otro, te dedicaras a reconocer la tuya y a cantarla todos los días?

¿Cuál es tu canción?
¿Cuál es tu canción?