Fotos: Getty Images y Archivo El Universal
El viernes pasado todo fluyó maravillosamente (los problemas vendrían después), la novia llegaba en auto junto a su padre, el príncipe Andrés, que en todo momento se mostró muy cariñoso y atento con su hija e incluso ejerció de stylist de lujo acomodando la cauda del vestido de la princesa Eugenia.
Se trataba de un hermoso traje de novia como sacado de los cuentos de Disney, creación de Peter Pilotto y Christopher de Vos, de la casa de moda inglesa Peter Pilotto, con cuello en barco doblado, cintura ajustada tipo corsé y amplia falda en tela brocada con el cardo de Escocia, uno de los lugares favoritos de la pareja, un trébol de Irlanda y una rosa que representa la casa de York. Es quizá uno de los más hermosos que haya llevado una Windsor.
En cuanto a la tiara elegida, Eugenia de York se decantó por la tiara Greville Kokoshnik de esmeraldas de la firma Boucheron (1921) para Margaret Greville y que fue heredada a la reina madre en 1942. A su vez ésta la heredó a su hija, la reina Isabel II.
Eugenia rompió con la tradición al no llevar velo, sin duda se trató de un detalle muy millennial de un miembro de la familia real.
La ceremonia fue oficiada por el sacerdote de la capilla St. George del castillo de Windsor, la misma donde los duques de Sussex se casaron en mayo pasado. Uno de los momentos más curiosos fue cuando el novio, Jack Brooksbank intentó colocar el anillo de casada a Eugenia y no le entraba. Los segundos que duró este momento parecieron horas para Jack, pero al final todo quedó en un susto y la princesa lleva ya su argolla con orgullo.
Los pajes de Eugenia fueron, por supuesto, los príncipes George y Charlotte, hijos de William y Kate, que además estuvieron acompañados por Savanna e Isla Phillips, nietas de la princesa Ana; Maud Windsor, ahijada de la novia; Theodora Williams, hija del cantante Robbie Williams y Ayda Field; y, Louis Givenchy, Lady Louise Mountbatten-Windsor y su hermano Vizconde Severn, hijos de los duques de Wessex, como los grandes del cortejo nupcial.
Luego de la ceremonia los novios recorrieron en carruaje las calles de Windsor y recibieron el cariño de la gente. Pese a las críticas por el alto costo de la seguridad, los ingleses se volcaron para felicitar a su princesa.
Posteriormente se llevó a cabo un almuerzo ofrecido por la reina Isabel II y más tarde cerraron con broche de oro un día tan especial, con una fiesta en Royal Lodge, propiedad del príncipe Andrés, donde ofreció un emotivo discurso que acabó con un gran abrazo a su yerno Jack.
Lucha de poder
Es la segunda boda real de los Windsor este año y, como sabemos, los enlaces de esta familia siempre son los que acaparan más atención y los que más expectación causan.
Pues la de la princesa Eugenia, hija del príncipe Andrés y nieta de la reina Isabel II, no defraudó, de hecho fue todavía más espectacular y más cara que la del príncipe Harry y Meghan Markle. Algo que cayó un poco mal a los ingleses que tuvieron que pagar de sus impuestos la seguridad del evento, que rondó aproximadamente los dos millones de libras.
La queja principal era el por qué se tenía que desembolsar esa suma si no se trataba de un heredero o miembro más cercano a la línea de sucesión, como fue el caso de Harry cuando nadie repeló en pagar esa cantidad, pero al parecer el pleito viene de más arriba y de tiempo atrás, de los hijos de Isabel II, los príncipes Carlos y Andrés.
En 2016 Sunday Express publicó el deseo del príncipe Carlos, heredero a la corona, para “adelgazar ”, por así decirlo, a la familia real para generar los menos gastos posibles al pueblo inglés.
El heredero a la corona cree conveniente que se considere solo familia real a la reina Isabel II y su esposo, Felipe de Edimburgo, Carlos y Camila así como William y Harry y sus respectivas familias. Ni uno más.
Una noticia que cayó muy bien en el Reino Unido pues no hay que olvidar que son ellos quienes mantienen a los Windsor. Sin embargo como era de esperarse el descontento vino dentro del palacio y fue el príncipe Andrés quien tomó cartas en el asunto. De acuerdo a este medio el exesposo de Sarah Ferguson envió una carta a la reina Isabel para que no se olvidara de sus dos nietas, las princesas Beatriz y Eugenia, solicitándole que las jóvenes cumplieran con funciones como miembros de la familia real y de esta forma asegurar su manutención de las arcas públicas. Además solicitaba que como los príncipes William y Harry, también ellas tuvieran el derecho de vivir en el palacio de Kensington, como será ahora, pues Eugenia y Jack vivirán en este complejo real ya casados.
Andrés recibió con recelo el pedido de su hermano y ha ejercido una fuerte presión sobre la reina para que así sea.
La boda de Eugenia fue una batalla ganada para Andrés que, de acuerdo al Daily Mail, se empeñó en que su hija usara, como su primo Harry, un carruaje y diera un recorrido por Windsor el día de su boda, y se salió con la suya, pero al final se ha llevado un gran disgusto.
Encuentro cercano del “tercer tipo”
Cuando en agosto de 1992 Sarah Ferguson, madre de la novia, fue captada topless en una piscina con el financiero estadounidense, John Bryan, mientras éste le chupaba los dedos de los pies sorprendentemente delante de sus hijas, la princesas Beatriz y Eugenia, el escándalo no se hizo esperar. Por su puesto el divorcio llegó de inmediato para Fergie y el príncipe Andrés, hijo de Isabel II.
Cuentan que este penoso capítulo provocó que su suegro, Felipe de Edimburgo, la “borrara de su lista” y se considerara persona no grata en palacio. Para esta boda dejó claro que no sabía si resistiría hasta el día de la ceremonia.
Por su parte Sarah y Andrés han curado las heridas del pasado y siguen manteniendo una excelente relación a pesar de todo e incluso desde hace un par de años se habla de una posible reconciliación.
Isabel II ya la perdonó y ha recibido a Fergie en Balmoral, cuando esto pasa los empleados tienen la consigna de evitar que Felipe se tope con su ex nuera, al punto que se pasan horas en los pasillos para avisar si Fergie viene. Él ha hecho lo inimaginable para no toparse con Sarah pero ahora, en esta boda, suegro y nuera se han vuelto a encontrar después de más de veinte años de no verse.
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Misión: opacar a la novia
Como decíamos anteriormente la boda fue todo un éxito que por desgracia terminó en un pleito familiar con cobertura mediática de por medio.
Todo comenzó el mismo día de la boda, cuando los invitados hicieron su aparición, entre ellos los duques de Sussex. Cuando Meghan bajó del auto, para sorpresa de todos llevaba un vestido a juego con un abrigo largo color azul marino de Givenchy, lo suficientemente amplio para hacer pensar que podría estar ocultando una incipiente pancita de embarazada. Desde ese momento las redes sociales enloquecieron con mensajes y fotos de Meghan especulando sobre la llegada de un nuevo miembro real. Por supuesto este detalle no ha pasado desapercibido a medios ingleses como BBC que ha leído este outfit como un gesto para opacar a la novia.
Ya en la recepción de la boda, los duques de Sussex cometieron un error protocolario (no se sabe si planeado o no) pues el Daily Mail afirma que anunciaron ahí mismo, a sus más cercanos, el embarazo. Un detalle nada amable para la prima hermana de Harry que vio cómo todos se volcaron con los duques de Sussex a felicitarlos.
Nadie debe olvidar esto, si se asiste a una boda la “reina” siempre debe ser la novia por eso ni anuncios especiales y mucho menos ir de blanco pues es considerada una falta de educación enorme.
Dos días después, el pasado lunes a las 8:40 de la mañana, el palacio anunció el embarazo de Meghan Markle y a esa misma hora exactamente, Sarah Ferguson comenzó a enviar mensajes en Twitter dándole gracias a Emanuel Ungaro por haber creado su vestido para la recepción de noche así como fotos de la boda de su hija, los cuales el príncipe Andrés retuiteó y les dio like. En ellos escribió que está muy orgullosa de su hija y yerno.
La “tweetstorm”, como lo bautizó el Daily Mail, comenzó por parte de los York sin mencionar y mucho menos felicitar a los duques de Sussex por la buena nueva. Un gesto que no ha dejado indiferente a nadie en el Reino Unido que aunque pareciera inocente, en una casa real donde cada anuncio y cada foto que se publica es medido milimétricamente en fecha, en hora y en la forma que se da a conocer. Nada es casualidad.
“La duquesa publica furiosamente fotos del gran día de su hija, momentos después de que se anuncien las noticias del embarazo real” aseguró el Daily Mail como noticia principal el mismo lunes.
The Telegraph consultó al experto en protocolo William Hanson, quien aseguró que el hecho de que los duques de Sussex anunciaran su embarazo en la boda de Eugenia fue “un paso en falso. Opacar a la novia es un no rotundo. Desde un punto de vista de etiqueta más estricto, no debieron haberlo hecho, independientemente de que tuvieran a toda la familia reunida… No era el momento”.
Según Hanson, la opción menos mala de comunicarle a la familia la noticia era al final de la celebración aunque sigue siendo inoportuno. Además, todos los embarazos en todas las casas reales se anuncian a partir del cuarto mes por riesgo a perder el bebé, salvo excepciones como cuando Kate estuvo embarazada de George y tuvo que ser ingresada al hospital, de ahí que el anuncio se adelantara pero nada antes de ese tiempo.
Por eso este detalle de Harry y Meghan no sentó nada bien a los York que lo vieron como una forma cruel de robarle protagonismo a la princesa Eugenia.
Harry y Meghan bien pudieran esperar una semana más en anunciar su embarazo, la verdad es que no cambiaba en nada la noticia pues de todas maneras la atención estará en ella los próximos seis meses. No hay que olvidar que por sus orígenes afroamericanos, su bebé bien puede convertirse en el primer miembro con rasgos afroamericanos de la familia real inglesa. Vaya que sí habrá expectativa alrededor del nuevo royal baby…
No se sabe si la pareja actuó sola o por órdenes del príncipe Carlos, pero lo cierto es que pudieron esperar unos días más a compartir esta feliz noticia. Este capítulo está en boca de todos.