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El domingo pasado, la reina Isabel II vivió uno de los momentos más tristes de su vida, pues se vió en la necesidad de sacrificar a su última perrita corgi, Willow. Este animalito de 14 años de edad que padecía cáncer era el último descendiente de 'Susan', la primera mascota de esta raza que tuvo la suegra de Kate Middleton.
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'Susan' fue un regalo que el rey Jorge VI, padre de Isabel II, le dio cuando cumplió 18 años. Así que con la muerte de Willow termina la generación de 14 camadas descendientes de Susan. Actualmente la reina tiene tres perros más pero no son del mismo linaje de canes, sino cruzas de corgi con salchicha y uno de ellos fue adoptado.
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Según fuentes del Daily Mail “la reina ha llorado la muerte de cada uno de sus corgis a lo largo de los años, pero la de Willow le ha afectado más que ninguna otra”. Monty Roberts, ex consejera de la familia real, comentó para la revista Vanity Fair que la reina de 91 años de edad decidió desde el año 2012 no seguir con la descendencia de 'Susan' porque al morir ella “no quería dejar nada atrás”.
Cabe resaltar que los corgis de la reina emérita siempre fueron los huéspedes del palacio real más consentidos de todos los tiempos, tanto que su alimentación como cuidados y tratos tenían que ser dignos del amor de Isabel II.
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